ABSTENCIONES QUE SON TRAICIONES

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Siguiendo el tema electoral de Ana, y puestos a elegir, yo preferiría que hubiese libertad de voto en el Congreso. Es decir, que los diputados pudieran votar en conciencia y no bajo la imperativa disciplina de voto que marca el Partido al que pertenecen. Ya sé que en nuestro sistema electoral no elegimos a las personas sino a los partidos y supuestamente a un programa político, con lo que las listas electorales solo sirven para subir puestos a la hora de sentarse en el Congreso, poco podemos hacer los ciudadanos a la hora de votar, solo elegir las siglas que encabezan la papeleta, poco más.

Siempre me ha parecido poco realista la disciplina de voto. No creo que entre los millones de votantes del PP piensen todos igual absolutamente en todos los temas, y en el PSOE tampoco. Hay votantes del PP a favor del aborto, o anti-monárquicos, y votantes del PSOE que estén a favor de la privatización de los servicios públicos, o que les parecería bien la intervención en Irak, no sé, entre tantos millones de personas puede haber tal diversidad de opiniones que me parecería más natural que su representación en el Congreso también reflejara esa disparidad de opiniones.

Claro, al final sería un lío votar las leyes, lo sé. Pero igual de esa manera se prestaría más atención al discurso del contrario, a escuchar sus razonamientos, porque cuando los diputados se sientan a votar mirando la mano del portavoz para saber que botón tienen que apretar no creo que les interese mucho prestar atención al discurso del contrario. Es como si en un examen te dan las respuestas de antemano, para que vas a estudiar más de lo necesario.

Por otra parte, esa libertad de voto permitiría que los diputados tuvieran poder para que se respetara el programa electoral por el que han sido elegidos por los ciudadanos. Podrían negarse a votar medidas que fueran en contra de sus principios, ideología o programa, ya que son esas ideas las que les han llevado a sentarse donde están.

Estos días estamos viendo como el PSOE se desangra al intentar convencer a una opinión pública y a su electorado de que si se abstienen es por interés general, contradiciendo todo lo que han dicho en sus campañas electorales: su NO a Rajoy, su No a otros 4 años del gobierno del PP, su NO a un gobierno lleno de corruptos… En este caso, ¿no sería una oportunidad para que esa división interna de voto reflejara esa misma división de opinión que hay en electorado socialista?

La obligación de abstenerse para dejar gobernar a Rajoy les quitará votos, el NO mayoritario que desembocaría en terceras elecciones también les haría perder votos, más por desgaste del partido que por la decisión en sí, y la opción del gobierno alternativo de izquierdas queda completamente descartada viendo el golpe de mano que sufrió Pedro Sánchez sólo con mentarlo. Vamos, que hagan lo que hagan, perderán votos.

Dicen que lo democrático es que el partido más votado gobierne, pero cuando de 24 millones de votos solo 8 millones apoyan a dicho partido, y los 16 millones restantes están en frente, algo me dice que muchos fans no tiene, así que por lo menos espero que esta vez, tenga oposición y no gobierne por decreto.

 

EL DEBATE

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Estuve tentada de no verlo, pero me pudo la curiosidad. A pesar de que me chirriaba tanta expectación forzada y que me parecía excesivo que durante las semanas previas nos estuvieran informando de como iba a ser el debate, como se iba a preguntar, cuantas cámaras iban a haber… parecía más la retransmisión del festival de eurovisión o la gala final de un reality que un debate político. Aquí tendremos poca costumbre de ver este tipo de debates pero tampoco somos tontos, nos podemos imaginar que serían cuatro personas en un plató con dos periodistas preguntando, vamos, lo que viene a ser un debate, no me parecía necesaria tanta parafernalia.

Por supuesto me salté todos los previos, el viaje en coche, recibimiento en la puerta, entrada a maquillaje, las fotos del momento «histórico», que supongo estarían adornados con un montón de comentarios sin ningún tipo de interés informativo y a eso de las diez me dispuse a ver el debate «de-ci-si-vo», que ya el nombrecito en si me parecía un poco de ir de sobrados, como si después de ver las dos horas y media todos los espectadores indecisos hubieran decidido su voto definitivamente, incluso algún votante que ya lo tenía claro de antemano podría haber cambiado de idea.

Mi primera impresión fue confirmar (como hicieron miles de personas por las redes sociales) que faltaba como mínimo un atril más, sino dos o tres. Alberto Garzón estuvo presente virtualmente gracias a los tweets de mucha gente, y Herzog estuvo presente físicamente protestando en la puerta con algunos militantes de su partido por haberlo ninguneado en el debate. Se ve que el debate era solo para los cuatro primeros caballos ganadores, el resto de partidos ya se apañaran para dar a conocer su programa, muy democrático.

Luego estaba la banda sonora, épica, que parecía que iba a aparecer Darth Vader por una esquina seguido de un puñado de soldados imperiales.

Lo mejor del debate fue sin duda twitter, llegó un momento en que no prestábamos atención a lo que decían, que por otro lado ya habíamos oído muchas veces, era mas divertido leer los comentarios de la gente, que cuando tienen tema se salen de graciosos. Que si Sanchez parecía un anuncio de dentífrico, Pablo Iglesias parecía estar patrocinado por bolígrafos Bic, Albert Rivera no paraba de moverse (estos fueron realmente hilarantes) y Soraya regañaba como una maestra a los niños (el «donde estabas tu» dio mucho juego).

Tampoco vi el post debate ni los análisis del día después, que para eso era fiesta, y además en un debate esto de elegir ganador me parece un poco subjetivo, a menos que en los atriles pongan contadores y sumen puntos por frases ocurrentes, ir más guapo, o como en los concursos de antes: por el nivel de aplausos, que no es el caso.

Creo que hay gente que vota por lealtad política al partido al que ha votado toda la vida, lo hagan bien o mal, porque son de derechas o de izquierdas y no les gustan los cambios y los experimentos. Luego hay gente que vota por simpatía al candidato, o por lo que cree afinidad política sin entrar mucho en detalles de programa, más bien por lo que oye en tertulias, en la televisión o en las redes sociales. Y por último están los que se leen los programas electorales de los partidos que les interesan, o por lo menos esos cuadros comparativos que determinados medios se han currado para que el personal se ahorre ciento y pico páginas de programa, con el fin de tener claro lo que se vota más que a quien se vota.

Yo soy de los últimos, y no estoy indecisa, tengo claro quien me gustaría que realizase los cambios necesarios para que este país sea más justo, para tener una sanidad y educación pública gratuita y de calidad, con derecho a la vivienda y al trabajo tal y como garantiza nuestra constitución, un país laico y pacífico, sin ley mordaza, sin amnistías fiscales…

Ya se que seremos pocos, pero siempre he sido un poco idealista.

DE LO QUE LOS POLITICOS CREEN QUE DICEN LOS NUMEROS (o la falta de acuerdo)

Desde que Ana escribió su análisis post-electoral han pasado ya 10 días, y casi estamos igual. Todos los partidos interpretando las cifras y los resultados de una manera sesgada (como no) y a veces hasta demasiado optimista.

Todos han ganado, según sus propias interpretaciones, aunque los dos grandes partidos (hasta ahora) reconozcan retroceso y toman nota del toque de atención de los ciudadanos. Esta interpretación me hace gracia, porque es como si pensaran que nos hemos enfadado por un rato y no les ajuntamos (como en el patio del colegio), pero que en cuanto se porten un poquito mejor, vuelven a recuperar esos millones de votos perdidos, porque claro, nadie tan buenos como ellos con tantos años de experiencia en el poder.

Yo reconozco que acogí esta nueva etapa política de pactos, tratos y  minorías obligadas a entenderse con esperanza y optimismo. A fecha de hoy rozo la desesperación.

Ayer el PSPV anunciaba mediante comunicado de prensa que interrumpía las negociaciones para un futuro gobierno de izquierdas con Compromís y Podemos. Las otras dos partes del trío mostraban su sorpresa e incredulidad, y por los comentarios que estuve leyendo en las redes los votantes a cualquiera de esas fuerzas andan desesperados por la incertidumbre y el temor a que al final esa Generalitat de izquierdas se quede en nada.

Parece ser que unos creen que tienen más autoridad moral para presidir que los otros por ser una fuerza emergente que quiere promover el cambio, y parece que esos otros no quieren renunciar al trono porque tienen más votos que los unos, aunque políticamente estén en franca decadencia.

Los votantes espectadores impotentes de este ridículo juego de tronos solo queremos un gobierno que de verdad sea progresista, que cambie radicalmente la política que hasta ahora hemos estado padeciendo aquí y para eso los tres partidos en juego solo tienen que ponerse de acuerdo en el contenido de su programa, el que llevaran a cabo en la legislatura y para mi no es tan importante quien se va a sentar en la presidencia si luego son coherentes y cumplen los compromisos adquiridos con votantes y socios de gobierno.

Pactar es dialogar, negociar, transigir, ceder y demostrar un talante realmente democrático. La lucha por el poder queda francamente mal.

Esperemos que la ideología y la razón prevalezcan sobre el orgullo.

CUANDO LOS RESULTADOS SON PROPICIOS

Siguiendo con el tema post electoral que inició Ana el Lunes yo podría resumir mi estado de ánimo (y el de muchos de mi alrededor) como “esperanzado”. La noche del domingo muchos sentimos aquí que por fin se acababa una etapa, más bien una condena para los que no compartíamos ideas políticas, que duraba 24 años, unos larguísimos años de mayoría absoluta ejercida como una autocracia en la que ni se escuchaba ni se respetaba a la oposición, ocultándola y ninguneándola como si no existiera, tanto en la casa consistorial y las cortes valencianas,  como en los medios de comunicación que únicamente servían para ensalzar al partido en el poder.

El domingo por la noche les pilló de sorpresa, fue tanto el estupor por la derrota que ni siquiera contemplaron la posibilidad de que la gente saliera a la calle a celebrarlo, no la victoria de determinado partido, sino el fin del reinado del PP. Y la plaza del Ayuntamiento se llenó de gente feliz, de distinto signo polítco, celebrando la despe-Rita sin que ningún policía ni antidisturbios interrumpiera la celebración. Nadie había previsto que hubiera nada que celebrar.

En una plaza cercana, más pequeña, el partido ganador de la alcaldía, Compromís, celebraba la victoria con sus seguidores. Habían encargado trescientos bocadillos en un bar cercano, donde trabaja una amiga, y me contaba que una vez acabado el recuento, ya de madrugada, Mónica Oltra lloraba de felicidad sentada en una silla de su local, sin acabar de creérselo.

Desde mi subjetividad ideológica no puedo evitar sentir simpatía por las tres mujeres ganadoras. En el caso de Mónica Oltra la considero ganadora porque son muchos años luchando y denunciando la corrupción a cambio de expulsiones de la cámara y denuncias de los diputados posteriormente imputados y esperemos que condenados. Y que a pesar de no haber conseguido los votos suficientes para poder ser la nueva Presidenta de la Comunidad es la clara triunfadora por el apoyo recibido en votos, incrementados espectacularmente desde las últimas autonómicas (de 6 a 19 escaños), mientras que el otro partido con quien supuestamente pactará, el PSPV, ha perdido 10 escaños por el camino desde las últimas elecciones.

Las otras dos mujeres que espero lleguen a ser alcaldesas, Ada Colau y Manuela Carmena me transmiten sensatez, coherencia y honradez, algo que hacía mucho tiempo que no sentía en el mundo de la política excepto en contadas ocasiones y no con políticos digamos “de carrera” sino con algunos recién llegados con muchas ideas y poca experiencia.

Ahora deseo que esa esperanza que mencionaba al principio se convierta en realidad, que puedan y quieran cumplir el programa electoral (que animo a leer a quien no lo haya hecho, les haya votado o no, porque me parece uno de los mejores que he visto, y eso que me lo he leído con posterioridad a la votación), y que los pactos, necesarios para poder gobernar no lo desvirtúen.

Como dijo Ana, nosotros hemos cumplido, ahora les toca a ellos.

POLÍTICA, ELECCIONES Y ESPECTACULO

Pues enlazando con la última frase de Ana, si hay algo más extraño que un hombre solo, con corbata, que salta, es un hombre con camisa y corbata en bicicleta, con cara de “por favor que no me caiga que salgo en todos los telediarios”, sobre todo si ese hombre es nuestro estirado y sieso Presidente, flanqueado por las candidatas madrileñas (vestidas más deportivamente para la ocasión) y con una corte de altos cargos del gobierno detrás, también en bici, también con corbata, también estirados y todos con caras de estar fuera de lugar. Aunque según las declaraciones posteriores son todos unos grandes aficionados a la bicicleta tanto de paseo como en su faceta deportiva, que ya puestos podrían dar ejemplo diario y lo que nos íbamos a ahorrar en coches oficiales.

Si, ya sé, estamos en campaña electoral y todo vale. Y ahora más que nunca hay que llamar la atención, no basta con besar niños y dar la mano a las señoras al pasear por los mercados. Así que si hay que cantar y bailar se hace, y Antonio Carmona, candidato por el PSOE para la alcaldía de Madrid se arranca a cantar en ingles y luego se marca un chotis en programa de tarde de se supone mucha audiencia. Aunque Esperanza Aguirre ya había rizado el rizo cantando un chotis en inglés en otro programa de también se supone mucha audiencia, donde ya había salido Pedro Sánchez, el socialista guaperas candidato a Presidente. Esto me lo han contado porque yo no suelo ver ninguno de esos dos programas.

Albert Rivera ya se desnudó en su primera campaña para llamar la atención, cosa que consiguió, así que no creo que pueda superarlo. Y los de UPyD hacían unos graciosos spots cantando pero creo que no les queda gente ni para hacer los coros. Los de Podemos son demasiado serios para esas tonterías, pero todavía queda una semana y media en la que puede pasar de todo.

Siempre me pareció muy poco serio ese lado “espectáculo” del Presidente de los Estados Unidos, y esperaba que aquí, en la vieja Europa no hiciera falta tirar de artes escénicas para triunfar en las elecciones, pero parece ser que se ha levantado la veda y ya se sabe, “tonto el último”.

Yo preferiría que mejoraran sus dotes de oratoria y las utilizaran para responder preguntas en ruedas de prensa de verdad, para explicar sus programas y hasta para pedir perdón por los posibles incumplimientos y errores cometidos, pero durante los cuatro años de mandato, no solo en los meses de campaña electoral, que entonces es cuando el escepticismo nos invade a todos después de tanta saturación de dichos y desdichos.

Así que, aunque debería decir eso de que gane el mejor, en el caso de la política es imposible, ya que es una competencia basada en ideas, creencias y prejuicios, nada más subjetivo y lejos de poder ser evaluado de manera imparcial. Una gran parte del electorado se queda defraudado por los resultados y sufriendo de antemano por los futuros desastres que acaecerán mientras otra gran parte se levanta al día siguiente con ese mantra mental del “hemos ganado” propio de las finales de fútbol, con más entusiasmo ciego que conocimiento real de las soluciones propuestas por su partido “ganador”.

Pero algo me dice que estas elecciones serán distintas, igual no queda claro quien gana y quien pierde, o igual todos ganamos con esa prevista diversidad que las encuestas muestran día si y día también.

Yo todavía me tengo que decidir, nunca tuve tantas opciones y a la vez, tantas dudas.

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De las elecciones y las sorpresas

Yo si que fui a votar, y no hice el arduo (y admirable) trabajo de campo de Ana de leerme varios programas electorales para elegir el que más me convencía. Yo suelo votar con el corazón en una mano y cierto inocente deseo de utopía en el otro. A veces ha estado a punto de vencerme el desanimo, y otros la pereza, pero reconozco que no puedo quedarme en casa viendo como otros deciden por mi, sobre todo porque yo soy muy de quejarme si se hacen mal las cosas (o a mi me parece que se hacen mal), y me quedo más tranquila con mi pequeño voto discordante.

No obstante respeto muy mucho la abstención como postura política activa, como tan bien la definió Ana, y no tanto como ese “me da igual”, “para lo que sirve” y “son todos iguales” en lo que muchos se escudan para ni siquiera tomarse la molestia de comparar y decidir.

Pero hablemos del resultado, que es lo que de verdad importa. Hacía muchas elecciones que no me gustaba tanto un gráfico como el que dibujaron este domingo todas las cadenas, hubiera preferido menos rojo y azul todavía, pero algo es algo y todo es empezar.

Había mucho color, tanto casi como en la vida real, esa que desconocen los políticos asentados en los grupos mayoritarios y que por primera vez han visto peligrar su hegemonía absoluta y egoísta. Y por primera vez los he visto nerviosos, unos alardeando de victoria con la boca pequeña por ser el partido más votado (con algo hay que consolarse cuando se han perdido 8 escaños y unos dos millones y medio de votos) y los otros entonando el mea culpa con espíritu de enmienda que pocos ya creen.

Porque ambos partidos, los dos grandes, estaban tan convencidos de seguir ostentando los dos primeros puestos que se han pasado la campaña tirándose de los pelos entre ellos, como si no tuvieran más competencia. Que si Elena Valenciano esto, que si Cañete lo otro… los demás partidos eran tan insignificantes para ellos que ni siquiera se molestaban en desacreditarlos. Hasta el domingo.

De pronto, uno de ellos, ese partido “niño prodigio” del que no se esperaba más de un escaño a nivel anecdótico, ha conseguido que más de un millón doscientas mil personas confíen en él, y además lo ha hecho sin necesidad de llenar estadios ni plazas de toros con autobús y bocadillo pagado a los militantes para que en las noticias salgan los líderes jaleados por sus enfervorizados seguidores. No, apenas doscientos mil euros donados por medio del crowdfunding frente al par o más de millones de euros gastados por PP y PSOE, dudosamente conseguidos.

Y se han asustado tanto que llevan desde el lunes desacreditándolo por todos los medios posibles. Que si ganan este país va a ser una república bolivariana, que si están financiados por Irán, que si apoyan a ETA, que si su portavoz no se ducha, que cuidado que vienen los rojos… llevo una semana oyendo tantas tonterías que atentan contra el más mínimo sentido común que me han hecho pensar que quizás me equivoqué y tenía que haber votado a Podemos, por hacerles rabiar un poco más.

Eso si, se están defendiendo tan bien, y les están haciendo tanta publicidad gratuita que les auguro un gran futuro político. Si siguen así, van a conseguir que en las próximas elecciones doblen sus resultados, y eso si será gracioso de ver.

Tendrán que volver a recordar lo que es gobernar pensando también en los demás, que al final del recuento, somos mayoría.