HORAS

00:20 Dejo a Andréu con la palabra en la boca y me voy a la cama. Mañana quiero levantarme muy pronto para adelantar lo que en los próximos días de fiesta no podré. Algo me dice que me va a costar dormirme, pero por intentarlo…

01:04 El retumbar de un castillo de fuegos artificiales hace temblar los cristales. Cuando acaba y llega el silencio, continúan oyéndose disparos aislados. Pienso en que esto debe ser parecido a vivir en una zona de guerra (sólo por los sobresaltos claro).

01:43 Oigo un lloriqueo apagado. Me levanto y me tropiezo con mi hija en mitad del pasillo. Lleva las gafas puestas pero no me ve. Tiene una pesadilla, y aún está dormida. La empujo suavemente a su cuarto y la acuesto. Me quedo unos segundos para comprobar que se queda tranquila y me voy corriendo a mi cama. Hace frío.

02:15 Observo la luz azul de mi despertador. Los grandes números me indican que mañana estaré muerta de cansancio. Sigo sin tener sueño, dudo entre levantarme o seguir intentándolo. Me doy la vuelta y me tapo la cabeza con el edredón.

03:05 Mi vecina debe estar también desvelada porque ha enchufado la televisión. Creo que es un programa de tertulia, no distingo bien lo que dicen pero tiene el volumen lo suficientemente alto para que no pueda ignorarlo.

03:30 Sopeso la idea de tomarme una pastilla, pero es demasiado tarde y dentro de cuatro horas estaré espesísima. Lo de acabarme la botella de vodka rojo tampoco es buena idea. Sólo me faltaba ir a trabajar con resaca.

04:15 Me giro al otro lado de la cama, buscando su frescor de sábana desocupada. Hoy me gustaría tener compañía, se me haría el insomnio más entretenido. En ese momento recuerdo un sofá, caricias y una conversación. “Ojala nos hubiéramos conocido hace años. Ahora ya sé que nada es para siempre” No sé muy bien si fue exactamente así, pero esa era la idea.

Y yo, que nunca he creído en el amor eterno, tampoco he iniciado las relaciones pensando en su caducidad. Simplemente me dejaba llevar. Cuatro años, seis meses, un verano, casi un año, dieciséis años, dos años… Unas aguantaron lo justo, otras demasiado, alguna se resiste a dejarme…

En este momento de mi vida, con todo el camino que llevo recorrido he aprendido de mis errores, creo que tengo más claro lo que quiero y lo que no. Pero de lo que estoy completamente segura es que quiero sentir, emocionarme e ilusionarme con la misma intensidad que hace veinte años. Disfrutando cada instante, acumulando todos los momentos mágicos que pueda. Tengo la maleta llena de ellos, pero todavía queda sitio para muchos más.

Así que con todo lo que ahora sé, con todo lo que no quiero volver a repetir, yo prefiero haberte conocido ahora. Aunque no quiero pensar mucho en ello. Me siento a gusto. Prefiero dejarme llevar. Ya sabes, la vida es eso que te va pasando mientras te empeñas en hacer otros planes.

05:08 Mañana no me podré levantar….

Relato: LA MUDANZA

Dejo a un lado la última caja y me siento en un escalón del porche. El camión de mudanzas se aleja calle abajo y con él la sensación de que ya no hay vuelta atrás. El tratamiento ha tenido éxito, estoy embarazada de doce semanas, estreno trabajo, casa y una vida nueva. Tengo que demostrar a los que creen que estoy loca que voy a poder con todo.

Reconozco que he empezado con suerte. Cuando me trasladaron aquí empecé a buscar apartamento pero cuando me tropecé con esta casa de estilo victoriano de dos pisos, con la pequeña torre circular rematándola, no pude evitar empezar a hacer planes de lo maravilloso que sería vivir en ella. Siempre me han fascinado este tipo de casas pero suponía que estarían fuera de mi alcance. Sin embargo el de la inmobiliaria me dijo que el actual propietario tenía unos problemas familiares graves y tenía mucha prisa en venderla.

En el salón el sol entra por los grandes ventanales que lo rodean, iluminando las docenas de cajas que hay esparcidas por el suelo. La gran mesa de la cocina está cubierta de platos, vasos y cacerolas. Es lo primero que quiero organizar y así poder empezar a sentirme como en casa, además me apetece mucho un té y para eso necesito encontrar la tetera, el tarro del té y algún vaso limpio.

Una hora más tarde la cocina está en perfecto estado de revista. Miro la hora y me doy prisa. Son las siete de la tarde y quiero dejar mi dormitorio preparado para poder darme una ducha antes de desmayarme totalmente. Subo las escaleras y entro en la única habitación amueblada del piso de arriba. Un par de cajas semiabiertas aguardan a los pies de la cama, en ellas guardé ropa para una semana, además de sábanas y toallas para tener a mano.

Abro las puertas del gran armario empotrado que ocupa toda la pared del fondo y empiezo a colocar la ropa en los estantes. Al abrir uno de los cajones un cuaderno se desliza hacia fuera. Es una especie de agenda con la tapa forrada de piel. Abro una de las hojas y veo que hay anotaciones en determinadas páginas, la tiro encima de la cama y sigo vaciando cajas.

No me vuelvo a acordar de ella hasta que me deslizo en la cama, agotada. Me recuesto sobre los almohadones y hojeo las primeras páginas.

24 de abril. Hoy me he hecho la prueba, estoy embarazada. Tantos meses intentándolo y ahora que nos mudamos a esta casa sucede todo, estoy tan emocionada. Estoy deseando que llame para contárselo.

Supongo que debe ser un diario de embarazada, qué casualidad, sigo con curiosidad y adelanto unas hojas más a ver si hay algo interesante.

10 de mayo. Las molestias van remitiendo pero no me encuentro bien. Es más anímico que físico. Me siento triste y sola. Mark ha tenido que retrasar su vuelta y  yo no me atrevo a decirle nada para que no se preocupe por mí. No me acostumbro a los ruidos de esta casa. Por las noches parece que tenga vida propia, oigo crujidos por todas partes. Me cierro con llave, pero sigo teniendo miedo.

Se me cierran los ojos. Cierro el diario y lo dejo encima de la mesita.

A la mañana siguiente me despierto con la sensación de no haber descansado nada. La cama, extraña para mi cuerpo, ruidos desconocidos y sueños un tanto inquietantes me han mantenido en un duermevela durante toda la noche.

Mientras saboreo un café humeante y un bollo sigo hojeando el cuaderno de notas.

15 de mayo. Mark ha estado una semana en casa y ha tenido que volver a marcharse. Dice que cuando lleve un poco más de tiempo en la empresa no tendrá que viajar tanto. Espero que sea así. Me siento más segura cuando está en casa.

25 de mayo. Hoy he ido al médico. Estoy de ocho semanas. Me ha dicho que tome infusiones para ver si descanso un poco más y me tranquilizo. Te echo tanto de menos y tengo tantas ganas de que vuelvas. Por las noches me encierro en mi cuarto y echo la llave. Sigo oyendo los ruidos, no sólo en el tejado de arriba sino también al otro lado de la pared. Ayer cuando te lo decía te reías y me llamabas miedosa. No me atreví a decirte nada más, pero no sé cuánto tiempo podré aguantar en este estado de nervios.

27 de mayo. Esta noche alguien golpeó la puerta de mi habitación. Me desperté de golpe, sintiendo que mi corazón se me salía del pecho. No he podido dormir más. Luego oí unos cuantos murmullos y después el silencio otra vez. Sólo puedo dormir de día, me siento segura oyendo los gritos de los niños y los ruidos de los coches. Cada vez me aterroriza más el silencio de la noche.

Cierro el diario. Con lo aprensiva que soy sólo me falta leer las paranoias de otra persona. Lo dejo sobre la mesa y me voy al salón. Hoy he decidido colocar los libros.

Tras un pequeño descanso para comer algo rápido y varias horas más de organizar estanterías y quitar el polvo a toda mi biblioteca, observo con orgullo los estantes repletos de libros. Ya me queda poco más que colocar, soy poco de recuerdos y figuritas, alguna foto quizás, pero me estoy empezando a sentir en casa.

Sentada en mi estupendo porche octogonal observo como desaparece el sol por detrás de los tejados y siento el cansancio acumulado de estos dos días. Me arrastro por las escaleras hasta mi cama, hoy ni me ducho.

Ruidos y crujidos me despiertan. Me levanto y salgo al pasillo por si me he dejado alguna contraventana abierta, pero todo está cerrado. Los ruidos se oyen más dentro de mi habitación, como si vinieran de la torre que está justo encima. Es demasiado tarde para subir, mañana la revisaré bien. Dudo unos segundos antes de cerrar la puerta por dentro. Me tumbo de nuevo y me duermo en seguida.

A la mañana siguiente antes de bajar a desayunar subo a la habitación de la torre. La tarima de madera cruje al pisarla, tendré que llamar a alguien, aunque todavía no sé que utilidad voy a darle a este mirador, me gusta más por fuera que por dentro. Compruebo que los ventanales que la circundan están cerrados y me doy cuenta de que hay unos muebles amontonados en un rincón. No los vi el día que visité la casa. Están cubiertos con una sábana, al retirarla, una gran nube de polvo queda en suspensión sobre una mecedora y una cuna de madera. Dentro de la cuna un caballito balancín yace boca arriba. Lo tapo todo de nuevo y bajo hacía el salón. No entiendo porqué no se lo llevaron.

15 de junio. Esta mañana he ido de compras, tenía que distraerme y he empezado a mirar muebles para el bebé. He visto una cuna de madera blanca preciosa con unos corazones de colores pintados en el cabecero.  Me han dicho que la pueden tener en unos veinte días. Así me dará tiempo de pintar la habitación del bebé.

18 de junio. Esta noche lo he vuelto a oír. Era como una mujer acunando a un niño, el sonido lejano de su voz acompasado con el crujido del vaivén de una mecedora. Después, de nuevo los golpes. Un grito y silencio. No me he atrevido a decirle nada por teléfono, ya no estoy segura de si las voces están dentro de mi cabeza.

Hay varios días más con anotaciones de este tipo. Frases inconexas que empiezan a no tener sentido, letra nerviosa, hojas en blanco entre unas notas y otras. Sigo pasando páginas, cada vez más intrigada. Todas en blanco, de pronto una hoja garabatada de principio a fin

Se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado  se lo ha llevado se lo ha llevado se lo ha llevado se lo ha llevado se lo ha llevado se lo ha llevado

Me acuerdo de la cuna en la torre de arriba. Cierro el diario y lo tiró en un rincón. No soy excesivamente nerviosa pero me vienen a la cabeza un par de escenas inquietantes que desecho inmediatamente de mi cabeza. Mejor empiezo a preparar la cena, el fin de semana se acaba y mañana no quiero llegar tarde.

Me cuesta dormirme. Ruidos que ayer me parecían inofensivos me producen ahora taquicardias desbocadas. Poco a poco voy cayendo en un sueño inquieto del que me despierto gritando angustiada. Recuerdo una mujer, no le veo la cara, el pelo enmarañado le tapa casi toda la cara, menos sus ojos, oscuros y vacíos.

Paso todo el día intentando quitarme esa sensación de angustia. En el trabajo alargo la jornada hasta que me doy cuenta de que me van a cerrar la tienda y que no tengo casi nada en la nevera. En el supermercado deambulo por los pasillos sin saber muy bien que meter en la cesta, al final cojo un par de platos precocinados y decido irme a casa. Necesito descansar.

A las nueve ya estoy en la cama, con un libro y una infusión caliente. Sólo quiero dormir. En cuanto siento que los ojos me empiezan a pesar apago la luz y me escondo bajo el edredón. Los ruidos comienzan a los pocos minutos. Un canturreo suave acompañado de crujidos en la madera. Como si caminaran acunando a un bebé.

Mientras marco el teléfono del agente inmobiliario presiento que no me va a gustar lo que me cuente.

          Hola Frank, he encontrado un diario que debió pertenecer a la antigua dueña de la casa y me preguntaba si me darías su teléfono para quedar con ella y devolvérselo.

          Me temo que no va a ser posible, pero si quieres que me pase mañana, lo recojo y se lo hago llegar.

          Me gustaría hablar con ella, querría consultarle algo sobre la casa – intento que mi tono suene normal sin conseguirlo.

          ¿Pasa algo? ¿Hay algún problema? – durante unos segundos lo noto dudar – el propietario dejó claro que no quería saber nada de la casa después de la venta.

          ¿Cuál fue el problema familiar que obligó al propietario a vender tan barato? Por favor Frank, últimamente no estoy descansando muy bien y necesito saberlo antes de empezar a imaginarme cosas.

          Está bien. Antes o después te enterarás por algún vecino. El anterior propietario volvió a casa de viaje de negocios y se encontró a su mujer embarazada muerta en su dormitorio. El bebé había desaparecido.

          ¿Cómo que había desaparecido? ¿La mataron y se lo llevaron? – empiezo a sentir frío en la nuca.

          No exactamente. Lo siento, sé que tú también estás en estado y no quería preocuparte… ella se suicidó… parece que se auto práctico un aborto y luego se ahorcó en la torre. No encontraron el feto, debió deshacerse de él…. Lo siento, en serio, ya sé que es desagradable, pero compraste la propiedad por un 50% de su valor de mercado, piensa que has hecho un gran negocio…..

Cuando cuelgo el teléfono el silencio ha vuelto. Contengo la respiración y me quedo escuchando. Los golpes en la puerta hacen que me incorpore de un salto.

Y hoy no he cerrado la puerta con llave.

 

 

 

 

 

SEMANA

Lunes: jornada intensiva en el trabajo. Vacaciones escolares. Voy con los niños al circo. No me puedo evadir. Tengo la cabeza llena de trabajo. Duermo mal.

Martes: trabajo atrasado, complicaciones e imprevistos. Tengo que salir a comprar regalos, no me va a dar tiempo. Stress laboral y stress pre-navideño. No duermo.

Miércoles: Uno de los problemas que me quita el sueño resuelto (temporalmente). Empiezo a creer en la Navidad. Intento acabar con el trabajo previsto. Faltan unas horas y un par de regalos. Escapada de última hora y misión cumplida, a una hora de la cena. Solo queda envolverlos. Esta noche es Nochebuena y mañana…

Jueves: …Navidad. Alegría contagiada. Paréntesis de soledad. Día casi inexistente. Intento dormir, creo que lo consigo porque sueño… 

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Llego en coche a un pueblo desconocido. Tengo que encontrar un lugar determinado, una playa creo, pero no sé donde está. Pregunto y me indican una dirección. Comienzo a andar… la acera se va estrechando cada vez más, al mismo tiempo se eleva formando una escalera de caracol de extrañas y sinuosas formas. Me cuesta avanzar, me da miedo, tengo vértigo. El camino por donde voy está separado del resto, debajo hay vacío, aunque a mi alrededor haya gente y casas. Me miran y ríen. A veces está interrumpido y tengo que saltar para seguir avanzando.

Piso tierra firme de nuevo. Estoy en una especie de plaza. Un grupo de jóvenes están sentados en un banco y les pregunto de nuevo. Uno de ellos me coge de la mano y me da un beso. “Ven conmigo” y echa a correr sin soltarme. Corro a su lado, me parece amable, hasta guapo… confío en él. Llegamos a un callejón sin salida con una puerta al fondo. Entramos juntos, es una habitación oscura y fría. Me empuja y me tira sobre un banco. Me sujeta los brazos. Empiezo a tener miedo, ya no me parece amable. Se abre la puerta y aparece un hombre, contrahecho, deforme… con un cuchillo corvo en su mano. Se acerca hacía mi y su mirada me causa pánico. Me revuelvo e intento soltarme. Grito.

Me encuentro fuera. He conseguido escapar, no sé como. Llevo un camisón blanco y está desgarrado, veo que me baja sangre entre las piernas, pero no me duele nada. Me despierto angustiada.

 

Viernes: Segundo problema resuelto (gracias Alberto). Empiezo a ver luz. Trabajo y más trabajo. Me despido de los niños. Final de tarde relajante y divertida. Llego a casa y me doy cuenta de que tengo mucho sueño. Me dejo llevar. Son las 23:00 horas y me voy a la cama.

Sábado. 10:00 horas. Me despierta el flautín del afilador. Hacía años que no lo oía. Me desperezo y me levanto. Tengo que ir a adelantar trabajo al despacho, la semana que viene tengo planes, con mis hijos. Y además, esta vez tengo ganas.

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M.C. Escher

Sonámbulo

Anoche estaba en mi sofá, ya tarde, muy tarde, robando horas al sueño pero atrapada por el libro que estaba leyendo cuando mi aparición favorita asomó por la puerta del salón, lo atravesó y se dirigió hacía la otra puerta mientras se frotaba los ojos..

¿Dónde vas? – le pregunté.

Estoy buscando a mami – me dijo mientras cruzaba la puerta y se dirigía hacía mi dormitorio. Creía haberlo entendido mal por eso cuando a los dos segundos volvió a aparecer por la misma puerta le volví a preguntar – ¿Dónde vas tan tarde?

Estoy buscando a mami – volvió a decir, mientras me miraba sin verme – ¿Tu sabes donde está?.

En ese momento supe que todavía estaba dormido (siempre dudo hasta que empieza a decir cosas sin sentido).

¿Tú sabes donde está? – volvió a preguntarme, estaba empezando a poner cara de llorar, así que me levanté del sofá sin saber si reír o preocuparme, me acerqué a él y le pregunté,

Si buscas a mamá, ¿Quién soy yo? ¿A quien estás viendo ahora? – En ese momento vi en el fondo de sus ojos que me reconocía, parpadeó y sonrió. Como suelo hacer en esos casos le guié suavemente a su habitación mientras le reconfortaba y le volví a acostar. No llegó a despertarse del todo.

Y siempre me ha fascinado el mundo de los sueños, porque yo sueño mucho, pero si no los retengo en mi memoria nada más despertarme suelen volatilizarse antes de mi primer café. Por eso le pregunto, porque me gustaría sabe que pasa en ese momento en ese otro mundo en el que están sumidos. Y porque tengo entendido que el cerebro hace que nuestros músculos no puedan realizar los movimientos que hacemos en sueños, nos “apaga” vamos, por eso no entiendo porque a veces falla.

El otro día hizo lo mismo, pero a mi pregunta de ¿Dónde vas? Su respuesta fue, “No se, me quedaré en medio”, lo dijo tan serio que no pude evitar sonreírme mientras lo llevaba de vuelta a la cama.

Y al día siguiente, cuando se lo cuento mientras desayuna, lo niega, y me pregunta como anda cuando lo hace dormido y se muere de la risa.

PESADILLAS

Mi hijo, impresionable y sensible donde los haya (y no es amor de madre, que ya me gustaría a mi poder entrar en el video club con él sin que camine de espaldas cuando pasa al lado del stand de terror/ciencia ficción) lleva dos noches saliendo de su cuarto, entrando al salón, volviendo a la cama, volviendo a salir, entrando a mi cuarto si he tenido la suerte de despistarlo y acostarme… que solo me faltaba esto para mi insomnio semi-crónico.

Y la culpa de todo la tiene un anuncio de una película de miedo que han estrenado ahora, una de esas que te llaman al móvil y si lo coges te vas a morir, o te van a matar, o algo así. En fin, imágenes oscuras y caras blancas y fantasmales. Ya os he dicho que a sus diez años es muy impresionable.

Claro, yo me acuerdo de las películas de terror de mi infancia, y las que echaban en la tele (y me dejaban ver) eran en blanco y negro y no daban miedo, véase toda la saga de Drácula, Frankenstein, El Hombre Lobo, La Bella y La Bestia, etc. (grandes películas pero poco impresionantes), pues no me quitaban el sueño.

Pero claro que tenía miedo, me acuerdo que me aterraba la oscuridad tras de mi, y que en casa de mi abuela, en el pueblo, a veces nos quedábamos a dormir. Allí las habitaciones tenían la luz en la cabecera de la cama, con un interruptor que colgaba de la pared, y que había que apagar antes de salir de la habitación, y que cuando lo pulsaba, me dirigía hacía las escaleras (que también tenían el interruptor al final abajo) primero caminando, pero iba acelerando poco a poco al sentir la oscuridad en mi espalda, como si me empujará, como si me fuera a alcanzar y a envolver, era una sensación angustiosa, todavía la recuerdo, y que cuando alcanzaba al final la luz, las voces de mis padres y mis hermanos, el comedor… volvía a respirar, porque estaba conteniendo la respiración desde que apagué la luz, mientras corría.

Mi abuela tenía el baño fuera de la casa, atravesando un hermoso patio lleno de jazmín durante el día, y de tenebrosas sombras por las noches, por lo que os podéis imaginar el aguante que llegue a desarrollar en aquella época. Si la necesidad era acuciante e inaguantable, bajaba y subía como una exhalación, que si en el instituto años más tarde hubiera rozado la mitad de esa velocidad habría pasado la prueba de velocidad con nota.

Y reconozco que aunque las películas de miedo me gustan mucho (si no salen vísceras y desparramamiento de miembros), si veo a Regan girando la cabeza me muero del susto (no he podido ver El Exorcista más que una vez). 

A ver si esta noche voy a tener pesadillas yo….