Hace un rato que he llegado del hospital, hoy tenía que quitarme un trocito de mi, algo que me ha acompañado desde que nací y que últimamente me molestaba un poco (nada grave), oía a las enfermeras en quirófano llamarlo «malformación» y no lo identificaba, era «mi señal»…. era
Yo soy gemela univitelina (término médico), es decir, idéntica, por lo menos nuestros primeros 30 años de vida, hace unos cuantos que se nos diferencia perfectamente, (a menos que hablemos por teléfono, entonces, no, seguimos teniendo la misma voz). Pues eso, lo que me han quitado hoy era «mi señal» (angioma le pusieron los médicos, yo nunca le llamé así), solo lo tenía yo, era un pequeño corazón en mi muñeca derecha, rojo, pequeño, me servía para calentarme la punta de la nariz en invierno (los demás niños no me creían hasta que lo tocaban y notaban que estaba caliente), también hacía subir la temperatura de los termómetros con ella, y sobre todo, sé que soy yo, que no soy mi gemela, que mis padres no se confundieron un buen día y me empezaron a llamar con el nombre de mi hermana, porque yo tenía mi marca, y mi nombre siempre me gustó (mucho más que el de mi hermana, en eso tuve suerte), me reconozco en las fotos si se me ve la señal, o su ausencia, por eso sabemos mi hermana y yo quien es quien.
Por eso me sabía mal que lo llamaran malformación congénita, fístula arteriovenosa… y esos términos médicos que suenan tan mal. Pero bueno, ya no la tengo, últimamente me molestaba un poco, había crecido… y me tuve que despedir de él.
Y tumbada en el quirófano, …ha sido una hora larga, oía a los cirujanos comentar lo que costaba separarla de mi, cerrar todos los capilares, sus ramificaciones… parecía que no se quería ir… y por un momento me he sentido culpable.
Y con miedo, soy una persona que tengo plena confianza en los médicos, cirujanos, enfermeros… pero no puedo evitar sentir una sensación de indefensión cuando me encuentro en sus manos, sin entender lo que dicen, con el brazo izquierdo inmovilizado con la vía para el gotero, con el brazo derecho inmovilizado mientras lo manipulaban, sin sentir dolor pero sintiendo sensaciones en la piel que no sabes identificar (que no quieres identificar), deseando que acaben, con un frío que se adueñaba de mí y creo que partía desde dentro, era una mezcla de todas esas sensaciones…. Por no hablar, por supuesto, del paseo que te dan en camilla desde tu habitación hasta la planta de los quirófanos, mientras la gente en los pasillos te mira con esa mezcla de curiosidad y pena (la misma que cuando tu te preguntas “que pena, tan joven, ¿Qué le pasará? ¿será grave?). Y yo intentaba mantener una charla con el guapo enfermero que me transportaba a través de pasillos y ascensores, e intentando mantener mi dignidad dentro de mi posición y mi pijama.
En fin, que duele un poco ahora, pero nada que unos nolotiles no puedan aliviar.
Y lo que me ha costado escribir esto con la mano izquierda (solo), el ratón ni lo intento.