VELOS Y PROHIBICIONES

“La justicia europea avala que las empresas prohíban el velo en el trabajo”

Este titular aparecía hoy en todos los medios, parece que la Justicia Europea ha decidido que las compañías europeas pueden limitar la exhibición de símbolos religiosos o políticos (aunque esto no se diga en el titular) en sus códigos de funcionamiento interno, dejando a la justicia de cada país la interpretación de cuando dicha prohibición puede constituir una discriminación por motivos de religión o convicciones.

Y se ha abierto el debate, por una parte, de los que consideran que el velo es un método de opresión a las mujeres y habría que prohibirlo siempre no solo en los trabajos y por otro los que defienden la libertad religiosa y por tanto habría que respetar la costumbre de las mujeres musulmanas en cualquier ámbito, pasando por los que solo lo ven como una externalización del fundamentalismo islámico y el terrorismo, sin término medio.

A mí no me gustan las prohibiciones, punto uno, ni los paternalismos, punto dos. Y esto lo digo por los que en nombre de una supuesta liberación de la mujer en el mundo árabe abogan por la prohibición del velo, ya que dan por supuesto que todas las mujeres que lo llevan lo hacen desde el sometimiento y la obediencia al hombre, y sí, algunas o muchas habrá, pero también hay musulmanas feministas que lo llevan con la misma naturalidad que muchas occidentales llevan tacones, sujetadores push-up o pantalones súper skinny por poner ejemplos de prendas incómodas que nos ponemos de motu propio bajo los dictados de la moda (la gran religión occidental).

Entiendo que hay muchos trabajos en los que hay que guardar determinado código de vestimenta, o bien porque es obligatorio el uso de uniforme o porque hay que cumplir ciertas reglas mínimas en el vestir, pero no veo en que impide ejercer profesionalmente un trabajo lo que lleves puesto en la cabeza, a menos que sea un casco que no deje verte la cara. Este tipo de prohibiciones que suelen darse desde el eurocentrismo y hacía los de afuera siguen siendo producto del prejuicio racial y religioso, y ahora también desde el miedo. El mismo miedo que hace que avance la ultra derecha islamófoba en gran parte de Europa, la que identifica islam con terrorismo.

Me encanta viajar, conocer otros paisajes, otras culturas, otros rostros, y recuerdo que cuando tenía veinte años y viajé por primera vez a París y Londres una de las cosas que más me gustaron fue su multiculturalidad, gente de todo tipo y color llenaban las calles, y pensé que sería genial que eso mismo pasase en España que me parecía un lugar monocromo y provinciano. Este año volví a Londres después de muchos años y me siguió fascinando esa mezcla de razas y religiones. Ir avanzando por el aeropuerto, hacía el control de pasaportes y ver funcionarios de uniforme con un turbante sij y barba afilada, mujeres atendiendo al público con velo cubriéndoles el pelo, un chófer negro con enormes rastas esperando a un cliente sosteniendo un cartel…

Lo que importa es la persona, no lo que lleve puesto. Si te atiende un hombre con kipá o sombrero y tirabuzones al modo ortodoxo judío no debería molestarte a menos que seas antisemita, o si lleva velo o turbante tampoco, a menos que tengas prejuicios racistas.

Debemos dejar de mirar desde nuestra óptica blanca, europea y occidental y no juzgar extraño, exótico, radical o peligroso todo aquello que es diferente a nosotros. No me gusta la palabra integración, tiene la connotación de la pérdida de la propia identidad cultural, prefiero tolerancia y diversidad.

Por supuesto, dentro de la categoría de velo no incluyo el burka o niquab que me parecen más un instrumento de tortura que un complemento religioso o estético.

Para los que no sepan, aquí hay un dibujo con los distintos tipos de velo (y seguro que no están todos)

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PENES, VULVAS Y LOS ULTRACATOLICOS

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Los ultra católicos atacan de nuevo. Los incansables defensores del bien y en lucha continua contra los representantes de Satanás en la tierra se manifiestan contra la dictadura LGTB.

Podría ser la sinopsis de la una película de super héroes (de coña claro) pero no, desde ayer los de HazteOir o CitizenGo como se llaman ahora, están manifestándose pidiendo libertad de expresión para poder defender sus derechos y copando minutos en portados y telediarios. Una publicidad gratuita que seguro que ya les está rentando con nuevas afiliaciones y donativos de los pocos católicos radicales que quedan en este país y que no estuvieran ya en sus filas.

Si, que ellos pidan libertad de expresión cuando desde hace 15 años se dedican a intentar acabar con las libertades ajenas es un poco incoherente, pero que se le va a hacer.

En julio de 1981 se aprobó la Ley del divorcio en España y todavía me acuerdo de los que hacían campaña contra ella, una muy dura campaña que vaticinaba el fin del matrimonio en este país. Como se ha demostrado desde entonces tampoco era para tanto, todavía quedan matrimonios en activo, algunos tienen hasta más de 50 años de antigüedad, increíble. Hasta el nuevo Papa ha dicho que los divorciados no están excomulgados y les deja volver a comulgar, que yo creo que muchos ya lo hacían porque igual no sabían que no podían hacerlo.

Cuando se aprobó la ley del aborto en julio de 1985 pasó lo mismo. Un escándalo. Prácticamente iban a obligar a abortar a todas las mujeres. Aunque había tres supuestos (peligro “grave” para la salud física o psíquica de la madre, violación o grave malformación del feto) a los antiabortistas no les importaba. Ellos defendían el derecho a la vida de los no nacidos bajo cualquier circunstancia, la vida de los ya nacidos que necesitaban cuidados o eran dependientes totales no parecía importarles tanto.  En julio de 2010 cuando se ampliaron los supuestos redoblaron los ataques y casi consiguen en 2012 que Gallardón apruebe una reforma que hubiera dejado esta Ley peor que en el 85. Afortunadamente, no le dejaron.

En julio de 2005 (parece ser que julio es un buen mes para aprobar leyes) se aprueba la Ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y de nuevo los sectores más rancios y conservadores de la iglesia católica se manifiestan en contra. Como en las anteriores ocasiones vaticinaban el fin de la familia “tradicional” que para ellos es la única que merece llamarse así y acusaban al gobierno de dejarse manipular por la dictadura de lesbianas y gays que parece que domina el mundo. Los mismos que intentan adoctrinar a todos nuestros hijos a que sean homosexuales a través de la asignatura de Educación para la Ciudadanía y que consiguieron que desapareciera de los programas escolares.

Lo del autobús me parece escandaloso porque va dirigido a los niños. Niños transgenero que afortunadamente son aceptados con total naturalidad por su entorno y que no necesitan que envenenen el ambiente con ese tipo de mensajes. Como decía el padre de uno de ellos el sexo está en el cerebro no en los genitales, y solo la ignorancia y el desconocimiento les hacen defender esas ideas que causan intolerancia y dolor.

Nunca entenderé esa fanática y excluyente manera de pensar. Puedes tener tus convicciones morales y religiosas y seguirlas a rajatabla, pero en pleno siglo XXI seguir pensando en que tienes que convertir al resto de la humanidad “por su bien” me parece un poco anacrónico.

Hay tantos tipos de familias como de personas, ni siquiera se pueden clasificar todos los tipos de tantos que hay. En su diversidad está su universalidad y nadie puede atribuirse el significado, cada uno tiene la suya, la familia que quiere tener.

En mi ciudad si llega el autobús les espera una gran bandera multicolor.

cuerpos y morales

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Habla Pat de que la moral que se impone en las redes sociales es un reflejo de la moral social, y es cierto, pero si cabe, es todavía más restrictiva que ella. No sé si para curarse en salud sesudos analistas se posicionan en la parte más conservadora de lo que sería el arco de una moral que fluctuaría entre las posiciones más liberales respecto al cuerpo, la sexualidad y la tolerancia en general y al otro extremo las que defenderían ideologías más ultraconservadoras o religiosas.

Y supongo que aún tenemos que dar gracias que la religión predominante que todavía tiene una gran influencia en nuestro entorno sea más o menos permisiva con muchas cosas, comparándola con otras creencias mucho más duras e intolerantes. Pero no me conformo.

Estoy de acuerdo con Pat, el cuerpo humano en su totalidad, incluido los genitales, no es malo, ni pecaminoso, es lo que hay. Los bebés y niños pequeños pueden andar desnudos por la vida sin causar escándalo a su alrededor, sin embargo, a partir de la adolescencia hay que esconder las partes del cuerpo que están relacionados con el sexo, para no provocar pensamientos impuros, y son los mismos órganos, más grandes y desarrollados por supuesto, pero criminalizados gracias a la herencia católica de muchos siglos de educación en el miedo, la culpa y el pecado.

Así se censuran pezones, o penes, creando una morbosa curiosidad entorno a ellos, de una manera a veces infantil. Si a algún jugador de futbol se le escapa algún testículo  por la pernera del pantalón de deporte ocupa portadas en prensa deportiva y no deportiva, la visión del pecho de una cantante en medio de un baile agitado también es noticia y rompe records de visitas en las redes sociales. Parece que no hayamos superado la etapa tonta del pedo, culo, caca, pis.

Es anacrónico e incoherente que mientras en las playas se alterne casi con toda naturalidad el nudismo con el baño clásico, y que en la publicidad y televisión todo este hipersexualizado, ya sea de manera sutil o descarada, haya redes sociales que cancelen una cuenta porque una mujer enseñe sus pechos.

Equiparar la visión de un pecho femenino, o sin pezón, a una imagen violenta, desagradable, o que incite al odio es terriblemente injusto. ¿Así como nos vamos a extrañar de que haya gente que proteste cuando ve a madres dando el pecho a sus hijos en un sitio público? Hasta ese acto tan natural y lleno de amor hiere las sensibilidades de algunos.

Hace poco leí un articulo donde hablaba de la educación sexual que se daba en un país nórdico, no recuerdo si era Finlandia, Dinamarca o Suecia, y no solo la educación en las escuelas de primaria se trataba de una manera mucho más natural y desinhibida que la que se imparte aquí sino que había un programa de televisión destinado a los niños pequeños donde se trataba este tema con cuerpos reales, es decir, con hombres y mujeres desnudos, sin pixelar, sin tapar, mientras la educadora señalaba, tocaba y disertaba, disipando todas esas dudas y preguntas que todos los niños pueden tener y que los adultos se empeñan en contestar con sinónimos tontos, si es que contestan.

Ese tipo de educación sería la ideal, sin dejarse influir por tabús, prohibiciones y valores morales religiosas, donde se daría más importancia como dice Pat a lo que se hace con los cuerpos que a los cuerpos en sí, donde la perversión no está en esos cuerpos sino en la mente y los ojos que miran.

Igual la inocencia se pierde cuando nos la tapan.

TRANSGRESION, ACTIVISMO Y SENTIMIENTOS

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La guerra mediática continúa, imparable y sucia, contra cualquier fallo o error del presente o del pasado de cualquier miembro perteneciente al partido de Podemos, Ahora Madrid, En comú Podem o cualquier otra confluencia. La Cabalgata de los Reyes Magos, los titiriteros… cualquier polémica es buena para dedicarles mas minutos en los telediarios que a cualquiera de los nuevos escándalos económicos que cada semana surgen, aunque claro, es que estos ya no nos asombran, casi ni son noticia. Esta semana le ha tocado a Rita Maestre, la portavoz del Ayuntamiento de Madrid a quien se juzgaba hoy por un supuesto delito contra los sentimientos religiosos por una protesta/performance de hace 4 años en la facultad en la que enseñaron el torso desnudo en capilla del campus universitario.

Otros han tenido que pasar por los Juzgados por atentar contra los sentimientos religiosos en alguna canción, obra de teatro satírica o viñeta de cómic, bueno a estos últimos se les perdonó porque se metían con Ala, y era un atentado contra la libertad de expresión.

Lo de ofender los sentimientos religiosos es algo tan subjetivo que donde el Arzobispo de Madrid (que no puede ser tachado de ateo o podemita) ha dicho que la protesta fue una chiquillada y que no hay que darle importancia, el capellán de la complutense casi necesito ayuda psicológica. Parece que cuando algún que otro obispo o religioso predica desde el púlpito la homofobia, o menosprecia directamente a la mujer nadie se ofende, ni supone una incitación al odio, la intolerancia cuando no al machismo y a la violencia de género.

Que en pleno siglo XXI y en un país laico como el nuestro se estén juzgando unos hechos que forman parte del activismo político dice muy poco a favor de nuestra supuesta aconfesionalidad. Pero que se puede esperar de un estado en el que se concede la medalla del Mérito Policial a una Virgen o el ministro del interior manifiesta públicamente que tiene un ángel de la guarda que le ayuda a aparcar.

Como ha dicho alguien hoy, si revisaran todos los actos que hicimos en nuestra época universitaria (políticos o no), pocos podrían ejercer un cargo público. Además, me gusta que haya gente sentada en el Congreso, o en los Ayuntamientos que hayan luchado de manera activa por aquellos ideales en los que creían de jóvenes, y que muchos, lo sigan haciendo. Cualquier cosa es mejor que ese conformismo general que solo sacudió las conciencias cuando el dinero y las comodidades empezaron a escasear.

Hace un rato viendo las imágenes del juicio sentía cierta empatía con Rita Maestre, que se mostraba medio avergonzada y muy asombrada de la situación que estaba viviendo, siendo consciente además de que se la juzgaba más por quién es que por lo que hizo. Mientras pedía perdón a quien hubiera podido ofender y reconocía que no volvería a hacerlo sentía que yo podría haber estado ahí, y que me hubiera sentido igual de tonta.

Esperemos que esta caza de brujas acabe pronto.

DIOSES, VIKINGOS Y ATEOS

Ayer veo en las noticias la imagen del alcalde francés Robert Ménard (vestido con la banda típica cual fallera mayor) escoltado por varios policías y visitando uno a uno a los sirios refugiados en su localidad para decirles literalmente “no sois bienvenidos en mi ciudad”, entre sus razones que están “islamizando” Francia.

Hoy leo que extremistas hindúes están amenazando a cristianos en Nepal pidiéndoles que se vayan del país, aducen que la influencia extranjera ha manipulado las decisiones del gobierno y los cristianos han corrompido el país.

En Arabia Saudí los católicos solo pueden rezar en sus casas, sin reunirse con otras personas, aunque sean parientes o amigos, o corren el riesgo de ser arrestados, encarcelados y expulsados. No se permite la religión no islámica.

Así podríamos llenar páginas, con más o menos fervor o extremismo.

Y yo, atea cada vez más convencida pero nada proselitista, allá cada uno con sus creencias mientras los demás practiquen la misma tolerancia, es decir, que dejen que cada uno crea o no crea lo que quiera, me asombro de que con la actual globalización que vivimos sigan habiendo las mismas disputas religiosas que hace siglos.

En casa hace unas semanas devoramos las tres temporadas de la serie Vikingos, destacar su gran fidelidad histórica, tecnológica y antropológica (ha sido creada por el canal History Channel) y entre muchas de las cosas que me han encantado de la serie (además de la mirada de Ragnar claro) ha sido su tratamiento de la religión en las dos sociedades protagonistas, como los cristianos llamaban paganos a los Vikingos por su adoración a dioses inexistentes y como los Vikingos rechazaban cualquier acercamiento a esos paganos que adoraban a un Dios falso.

Ambos consideraban pagano al contrario y desde fuera yo observaba como reproducían las mismas conductas con distintos rituales para conseguir exactamente lo mismo, morir en paz con sus dioses y reunirse con sus seres queridos en el otro mundo. Aunque por las descripciones el Valhalla debía ser mucho más divertido que el Cielo cristiano.

Por eso nunca he entendido porque si las religiones tienen en común hacer el bien, amar al prójimo, y todos esos preceptos y mandamientos a veces copiados o transformados de creencias antiguas y de raíces comunes no pueden respetarse tanto en el tiempo como en el espacio.

En nuestro país solemos ser tolerantes con otras creencias quizás porque también se vive la propia con cierto relajo y más por costumbre social que por auténtica fe, pero seguro que muchos se dejarían influir en un momento determinado por algún discurso extremista que empezará a culpabilizar de todos los males presentes y futuros a cualquier otra religión “invasora”.

Según nuestra Constitución somos un estado aconfesional, aunque en la práctica el Concordato firmado con la Santa Sede en 1979 mantiene demasiados privilegios jurídicos, económicos y culturales con la Iglesia Católica que además de ser completamente anacrónicos, son injustos para el resto de las confesiones que conviven en nuestro país, sean más o menos mayoritarias.

Y yo es que con todos mis respetos veo las multitudes llorosas intentando tocar la figura de un santo/santa sobre un pedestal y me producen el mismo desasosiego espiritual que cuando veo a los aficionados de un equipo de futbol llorar un gol del equipo contrario o a las fans de los Gemeliers gritando con la cara pintada.

Que no me lo creo.

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Fanatismo=Fatalismo

Ayer se acabó oficialmente la Navidad y hoy, después de todos los empalagosos deseos de paz y amor que nos han rodeado en las últimas semanas, mientras comentábamos jocosos las indigestiones navideñas algo nos ha quitado de repente el hambre y las ganas de reír.

El asesinato de doce personas ha conmovido a todo el mundo no solo por la violencia del hecho en sí, por la muerte indiscriminada de personas inocentes en nombre de un supuesto Dios (que de existir seguramente no estaría de acuerdo con ellos) sino sobre todo porque su ataque ha sido lanzado directamente contra la libertad de expresión, contra Charlie Hebdo un periódico satírico como lo es nuestro Jueves, de los que no se dejan influir por presiones políticas, económicas ni religiosas para reírse todas las semanas de aquello que consideran susceptible de ser criticado, pero siempre con humor.

Disparos de kalashnikov en una redacción de París, periodistas degollados en Siria, niñas secuestradas en Nigeria, familias masacradas por drones norteamericanos en algún lugar de Irak, o Afganistán, guerras creadas por intereses económicos y vendidas como guerras santas para unos y como liberadoras para los otros (la operación Nuevo Amanecer iniciada por G. Bush causó aproximadamente un millón de muertos iraquíes, pero el odio que originó es incalculable).

Este inacabable cruce de disparos parece que no va a acabar nunca. El círculo vicioso en el que se convierte que el aumento del terrorismo y la propaganda del supuesto Estado Islámico provoquen un incremento de intervención policial y militar con la excusa de la seguridad, lo que provoca a su vez una escalada de odio en contra del “invasor militar” extranjero y pagano, parece que nunca va a tener fin.

Y mientras, los fabricantes de armas se frotan las manos.

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DE MILAGROS, SANTOS Y HOMBRES

Una de las noticias de esta Semana Santa ha sido la doble canonización de dos Papas. A pesar de que vivamos en un país laico y aconfesional, o eso nos dijeron los padres de la Constitución, la cobertura mediática de este evento ha superado para mí lo máximo soportable, sobre todo por el agravio comparativo con otras noticias. Que le dediquen veinte minutos de reloj a las canonizaciones y un par de minutos al conflicto ucraniano que si necesita de análisis más profundos para que podamos entender lo que está pasando allí y dejen de manipularnos me enerva especialmente.

No obstante y siguiendo con la noticia religiosa, me entero que para ser declarado Santo tienes que tener dos milagros probados, y así informan someramente de los nombres y las enfermedades que padecían las dos afortunadas merecedoras del milagro de Juan Pablo II, lo demás no pasa de ser una era crónica de sociedad de quien ha ido, como y que felices estaban todos. Alguna cadena menciona de pasada el lucrativo negocio que las canonizaciones suponen para el Vaticano pero tampoco como para estropear tan sacra jornada.

Ante mi sorpresa por lo de los requisitos de la santificación, ya que yo pensaba que es que había que ser bueno, o muy bueno, que eso es también difícil de probar, porque con lo de pecar de pensamiento la Iglesia lo puso muy difícil, busco en Google los mencionados milagros, para ver como fueron y si hubo pruebas médicas y todo eso a lo que las personas escépticas y pragmáticas como yo damos tanta importancia. Me encuentro con testimonios de las personas que sanaron milagrosamente (nunca mejor dicho) ante el asombro de sus médicos. Doy por sentado que la “Comisión Teológica de la Congregación para la Causa de los Santos” encargada de verificar este tipo de hechos y a la que supongo totalmente independiente y objetiva habrá dictaminado sin ningún tipo de presión ni prejuicio.

También me imaginaba algo más de teatralidad en los milagros, estaba convencida de que habría una imposición de manos, un acercamiento físico al menos entre el Santo y la persona sanada, pero no. Todo se hizo a distancia y debo suponer que sin que el mismísimo Papa supiera que había obrado un milagro, ya que la fuerza la pusieron las dos mujeres que rezaron con toda su fe por su curación.

Y en este punto es donde se me presenta la misma pregunta que ningún creyente ha sido capaz de responderme. ¿Por qué a unos si y a otros no? ¿Por qué a esa madre que está rezando con todas sus fuerzas por la vida de su hijo no se le concede la gracia del milagro? ¿Por qué son desoídas tantas oraciones y plegarias? ¿No son lo suficientemente buenos? ¿No se lo merecen? ¿Están contados los milagros y como cualquier lotería le toca a quien le toca?

Que conste que lo pregunto sin ánimo de molestar a los que tienen creencias religiosas, pero en pleno siglo XXI yo no puedo creer en milagros, sobre todo si buena parte de la Iglesia declara no creer en ellos.

Y si es que si (que todo puede ser) pienso que algún ser supremo (de todos los que dicen que hay) debería hacer horas extras para ver si arregla los desaguisados que según ellos ha causado por aquí abajo nuestro libre albedrío.

IGLESIA

He leído que uno de los candidatos a la presidencia ha prometido que si gana las elecciones le quitará privilegios a la Iglesia, a lo que un obispo ha respondido rápidamente que la Iglesia “no es un parásito, no tiene privilegios y es la principal bienhechora de la sociedad”.

La Iglesia recibe unos 6.000 millones de euros anuales como confesión mayoritaria en este país. Esta cifra sirve para sostener los colegios religiosos concertados, pagar sueldos de obispos y sacerdotes, las nóminas de los profesores de religión en la escuela pública y los capellanes castrenses, hospitalarios y carcelarios. Incluso llega para costear gran parte de la restauración y mantenimiento de su patrimonio histórico y artístico, el segundo más importante después del propio del Estado. Patrimonio que está exento de pagar determinados impuestos, como el IBI.

La tan esperada Ley de Libertad Religiosa volvió al cajón, si el anterior partido en el poder no se atrevió a aprobarla, poco podemos esperar del nuevo que entre. Así que habrá que seguir contemplando como se celebran funerales de Estado católicos, aunque entre los muertos haya musulmanes o cristianos ortodoxos (como pasó en el de las víctimas del 11-M), o como determinados actos civiles acaban o si o si en una catedral haciendo ofrendas a la Virgen (la alcaldesa de mi ciudad ya ha avisado de que mientras ella está en el poder “la senyera” se ofrecerá a la Virgen de los Desamparados el 9 d’octubre, y quien no quiera entrar no portará el estandarte, y cualquiera le discute algo a Rita).

Claro, la jerarquía eclesiástica no se lo ha tomado bien. He leído cosas tan fuertes como que el laicismo es “un retroceso de la civilización y una aberración del ser humano”. No voy a decir lo que pienso sobre sus obsoletos dogmas, ritos y pecados porque todos tienen derecho a sus propias creencias, y siempre las he respetado.

Pero me molesta enormemente su intolerancia. Parece ser que los ateos, agnósticos, laicos, no creyentes, etc. no poseemos valores morales ni éticos. No sabemos educar a nuestros hijos ni convivir en sociedad y estamos intentando acabar con la familia “tradicional” por todos los medios y con la Iglesia en particular, como único fin de nuestra mísera y pecaminosa existencia.

Ya no me acuerdo muy bien del catecismo, pero si no recuerdo mal creo que la avaricia era pecado, tampoco se podía matar, ni desear a la mujer (o al hijo) del prójimo, había una extensa lista de pecados que te llevaban directos al infierno. Por eso no me acabo de creer que la religión sea una garantía de ser buena persona, de otra manera no me cuadran las cuentas de corruptos, maltratadores, especuladores, pederastas, etc. que llenan o no las cárceles. Y seguro que todos están bautizados, así que a mí  que no me vendan valores morales.

El cielo seguro que tiene un montón de nubes en venta por falta de población.

BODAS, BAUTIZOS, COMUNIONES.

Conozco gente que no es creyente pero disfruta de estos actos folklórico-religiosos. No es mi caso.

Afortunadamente no me suelen invitar muy a menudo a este tipo de celebraciones. O peco de antipática o me he sabido rodear de amistades tan descreídas como yo, así que excepto alguna cita ineludible de familia cercana no he tenido que acudir a muchas. Hoy mismo mi socio se quejaba de que había perdido el domingo porque no se había podido librar de ir a la comunión de la hija de un amigo. Y no sólo había perdido el día, sino los 200 euros que tuvo que poner para el regalo. Hace unas semanas unas amigas se quejaban de lo mismo, empezaba la temporada de bodas y comuniones.

Porque esa es otra. Te invitan, pero en las bodas tienes que pagarte el cubierto y algo más para que a los novios les luzca, y en las comuniones también hay lista de regalos, que no tienen nada que ver con los detallitos que se regalaban en nuestra infancia. En resumen, que entre el obsequio, los zapatos nuevos para los niños y algún trapito con la excusa de que no tienes nada decente que ponerte, se te va una pasta equivalente a un fin de semana en algún hotelito rural con toda la familia. Solo que en vez de volver a casa relajada vuelves con una ligera jaqueca por los gritos de niños y  mayores, dolor de pies y algún kilo de más.

El caso es que dentro de unos días se celebra el bautizo de mi sobrino, el tercero por parte de mi hermano en los últimos cuatro años. Y yo no voy a poder ir. Tengo la mala costumbre de reservar entradas y hotel de festivales y conciertos con la suficiente antelación como para no quedarme sin verlos, y en este caso y antes de que supiera la fecha del evento ya tenía el fin de semana ocupado.

Reconozco que mucha ilusión no es que me haga, pero si no fuera por la coincidencia iría, aunque solo fuera por ayudar en la organización y quitarle trabajo a mis padres que se van a encargar de casi todo. Lo que no me imaginaba a estas alturas es que mi ausencia fuera a despertar tantas susceptibilidades, pero parece ser que si, que hay cosas a las que hay que ir. Aunque sea por hacer bulto.

Al final no ha sido para tanto, los padres lo han entendido, los abuelos también y a mis hijos les toca representarme en tan familiar evento.

Hoy hemos comprado sandalias nuevas y unos trapitos. Para que vayan guapos.

Mientras tanto yo estaré disfrutando con Xoel López. Por fin.

PERSONAL JESUS (El club de las canciones)

Desde mi ateismo agnóstico cada vez más convencido no creo en la existencia de ningún Dios (tema propuesto por Julio esta semana) si bien respeto a los que quieran seguir la doctrina de cualquiera de los que actualmente existen.

Fui educada, o por lo menos lo intentaron, en una familia católico practicante. Muy practicante. Me bautizaron, tomé la comunión y me llevaban los domingos a misa hasta que tuve la suficiente edad para negarme, creo recordar que a los doce o trece años… aunque realmente había dejado de creer mucho tiempo antes… Y es que a mí nunca se me dio bien la religión.

Para la Primera Comunión me costó Dios y ayuda aprenderme el catecismo. La primera parte de la respuesta siempre era fácil, sólo había que repetir la larga pregunta formulada, por ejemplo: ¿Cuántas son las virtudes teologales? – Las virtudes teologales son tres: fe, esperanza y caridad, pero a mí me fallaba precisamente la segunda parte, entre tanta verdad, mandamiento de la Ley de Dios y mandamiento de la Santa Madre Iglesia, creía que nunca lo lograría.

En misa no pasé nunca del Padrenuestro. El Credo se me atragantó y no logré aprenderlo, me limitaba a mover los labios y a levantarme y sentarme siguiendo a los demás. Me aburría soberanamente y acababa perdida en mis pensamientos.

Así que llegué a 5º de EGB con una fe más bien flojita. Tanto que cuando encontré una explicación de la creación del mundo alternativa a la de Dios me aferré a ella. Ese año nos explicaron la teoría de la evolución de las especies, Darwin y el origen del hombre… y de pronto todo lo que me habían contado hasta entonces del Paraíso, Adán, Eva, el diluvio… no me cuadraba, no podía creer en dos cosas tan distintas al mismo tiempo, y me decanté por aquello que sí se podía demostrar.

Desde entonces mi escepticismo sigue igual. Creo en las personas, en la tolerancia, en el respeto, en la dignidad… en los valores que todos tenemos y que son independientes de cualquier creencia o religión, aunque muchas de ellas hayan querido monopolizarlos, haciéndonos creer que sin su fe somos seres amorales y sin ética.

Dioses… ha habido tantos que se creían tan fuertes en su momento y que no han sobrevivido a las civilizaciones que los adoraron…

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Como dice Jorge Drexler en Milonga del Moro Judío: “…no hay pueblo que no se haya creído el pueblo elegido…”

Y como contrapunto irreverente una versión del Personal Jesus de Depeche Mode por el histriónico y siempre inquietante Marilyn Manson.