CumpleAños

Pues mira que Ana había dejado caer temas interesantes y polémicos, de los que a mi me gustan, la poligamía, el aborto, el libre albedrío que creemos tener… pero es que ando un poco colapsada con mi día a día profesional, maternal y personal y no me centro para escribir algo ni siquiera polémicamente acertado, así que divagaré sobre una preocupación algo tonta que ronda mi cabeza.

Mañana es mi cumpleaños, y esto no lo digo para que la gente me felicite por la multitud de plataformas digitales y sociales que ahora tenemos, sino porque he observado que últimamente (o igual desde siempre pero me he fijado ahora) se le da mucha importancia a la edad biológica para etiquetar a las personas, sin caer en otros factores quizás más interesantes a menos que te estés realizando un chequeo médico donde asumo que es un dato a tener en cuenta.

Hace unos días fui a la peluquería, lugar en el que cuando se me han acabado las vidas del Candy Crush Saga tiro de revistas para que la espera se haga más corta, y como siempre cogí un par de revistas para hojear sus fotos, porque lo que es la letra impresa de esas publicaciones hace tiempo que dejé de leerla. El caso es que me di cuenta de que al lado de cada fotografía de personaje, artista, aristócrata, novia de, madre de o ex de alguien, casi siempre mujer, figuraba el nombre y entre paréntesis, su edad, con lo cual el reflejo automático era pensar “pues que bien está para su edad” o “fíjate, yo le echaba muchos más años”, al cabo de media revista me pareció tan absurdo y patético que intenté no mirar los pies de página para no saber más edades de nadie.

Yo quiero cumplir años, eso quiere decir que sigo viva, pero reconozco que cada vez me cuesta más confesar mi edad, supongo que forma parte de mis propios prejuicios mentales y ese deseo que tenemos todos de seguir siendo casi jóvenes toda la vida, así que conforme cumplo años y me voy acercando cada vez más al 50 es como si iniciara una cuenta atrás, no solo porque ya he rebasado la mitad de mi vida sino porque parece que a partir de ahora todo vaya a ser cuesta abajo.

Hace otros pocos días viendo por la televisión a Sean Penn comentaba con mi hermana que ese hombre había ganado con la edad y ahora era más atractivo que cuando era un joven veinteañero. En ese momento me di cuenta que a menos que una mujer pase por quirófano, y hasta entonces el aspecto de muñeca inexpresiva le quita cualquier atractivo, nunca se dice eso de una mujer de 53 años. Como mucho nos lo pueden decir a los treinta o treinta y pico, pero no a partir de los 50. Con lo que seguimos luchando contra el efecto tiempo sin darnos cuenta de que es imparable y frustrándonos por ello. Unos días más que otros, todo hay que decirlo.

El otro día mi hija me enseño un video que es la parodia de otro video clip que muestra a dos tipos cantando, ellos muy elegantes, con traje y todo, mientras que las chicas florero que lo adornan, van como siempre ligeras de ropa y con poses provocativas, que si hay que comerse un plátano lascivamente porque lo pide la canción pues se hace. El caso es que el video que le gustó a mi hija es el otro, el que hicieron unas chicas denunciando con mucho sentido del humor los video clips machistas.

Y como mañana es mi cumple, pues me regalo la canción.

Y también os dejo la original, para que veáis que la letra no tiene desperdicio.

AÑOS

Anoche pensaba antes de dormirme que hoy sería un año más vieja, con ese absurdo pánico que nos dan los números, y que el tiempo, a pesar de nuestros inútiles esfuerzos de detenerlo, sigue transcurriendo, dándonos esa desasosegante impresión de que nuestra edad mental no se corresponde ocn la imagen que el espejo nos devuelve.

Porque hay veces que se me olvida y cuando me miro al espejo la imagen que veo reflejada es la mía, la de siempre, la que mi cerebro tiene grabada como una foto fija, más allá del pelo, del maquillaje… soy yo. Pero otros días… esas bolsas, las ojeras, la piel triste y apagada… no sé que ha pasado con ese yo triste que tengo en frente, mirándome, tan incrédulo como yo.

Es una pena que nuestra cultura haya llevado el culto a la juventud a los límites actuales donde la palabra envejecer casi se ve como un fracaso personal. Nunca se persiguió el ideal de la eterna juventud de una manera tan patética como ahora. Hombres y mujeres que se inyectan sustancias paralizantes para intentar detener el tiempo en sus caras y lo único que consiguen es inmovilizar su gesto hasta parecer máscaras grotescas, cremas y unguentos prometiendo resultados completamente imposibles. Rostros y cuerpos perfectos y tersos en las pantallas, recordándonos lo efímero de ese momento y que nosotros ya lo hemos pasado.

Dentro de unos años podremos ver octogenarias con las caras parcialmente arrugadas dependiendo de los tratamientos y las tetas siliconadas rompiendo todas las reglas de la gravedad, lo que producirá unos contrastes como mínimo curiosos, por no decir otra cosa.

Y la paradoja es que nuestro primer mundo envejece, que la mayoría de la población sobrepasa los 40 años, lo que no es ser viejo, pero tampoco un quinceañero. Ante esa realidad, tenía la esperanza de que la publicidad, ese gran gurú que mueve modas y tendencias, se orientaría hacia ese espectro de la población más maduro, con más poder adquisitivo que los adolescentes y ganas de gastarlo, con lo que eso de cumplir años se dignificaría, la experiencia sería un valor a tener en cuenta y nos orgullecería cumplir años, en vez de darnos verguenza enseñar el dni, por la foto y por la fecha de nacimiento.

El caso es que últimamente hay cosas que están empezando a tener menos importancia para mi, solo la justa, y una de ellas es la edad. Con un poco de suerte me queda media vida por vivir, espero que sea como mínimo tan intensa como lo ha sido la primera mitad, y me da la impresión que va a ser mucho mejor.

Pero no me pregunteis cuantos cumplo, que todavía lo estoy asumiendo.

ONCE

Le encanta la música, en eso nos parecemos, así que cuando se sienta delante del piano, toda tiesa, con los auriculares casi escondidos en su densa melena la miro y sonrío, porque se desespera y repite varias veces que nunca le saldrá bien (aún no ha desarrollado el pensamiento positivo), pero vuelve a empezar una y otra vez hasta que lo consigue, y a mí me suena genial.

No es tan organizada como su hermano mayor, a veces se acuerda de los deberes en el ultimo momento con el consiguiente incremento del nivel de estrés familiar, pierde las cosas mas difíciles de perder (lo ultimo que no encuentra son sus chanclas de verano, desaparecieron una noche después de quitárselas para dormir), su memoria inmediata es algo defectuosa (uno de sus apodos caseros es Dory), puede preguntar hasta tres veces en medía hora a donde vamos, aunque yo haya informado previamente del itinerario antes de salir de casa, y se lo haya recordado cada vez.

Pero ese despiste encantador, sus pecas, su sonrisa de ratón, y ese corazón tan inmenso que tiene hace que no me pueda imaginar otra Mónica. Y sé que lo mejor está por llegar.
Aunque haya que pulirle un poco esos prontos…

Y para agradecerle esos once años que lleva haciéndome feliz le dedico dos de sus canciones favoritas, la primera, por la que siempre empezamos la ronda en The Beatles Rock Band.

Y para la segunda una de sus preferidas de Vetusta Morla, su último descubrimiento, su primer concierto en directo, donde contemplaba quieta y fascinada la magia de la música compartida al mismo tiempo por miles de personas. Un momento irrepetible.

TRECE

Mañana hará trece años que estamos juntos. Trece años en los que hemos compartido muchos momentos preciosos y mágicos. Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que vi su cara, me llamó la atención el intenso rojo de sus labios sobre su piel blanca, y me ganó desde el primer instante en que me miró con sus grandes ojos almendrados.

Todos estos años han pasado tan rápido que me cuesta pensar que mi pequeño Buda ya se ha convertido en un preadolescente de talla XL Sólo cuando su metro sesenta y cuatro se abalanza sobre mi para abrazarme como cuando era pequeño me doy cuenta de que está a punto de transformarse, que casi no le queda nada de niño, quizás algún miedo, de esos que se ahuyentan con una pequeña luz por la noche, pero poco más.

Espero que los malos momentos le hayan hecho más fuerte, que le hayan preparado para el mundo adulto en el que le queda poco para entrar. Sé que por lo menos le han ayudado a comprender que nada es inamovible, que todo puede cambiar, y que los cambios se superan.

“Soy muy feliz”, y mientras me lo dice por tercera vez en pocos días vuelvo a ver al niño sonriente que siempre estaba contento. Y yo también soy feliz.

Este creo que ha sido su último cumpleaños acompañado, han pasado los años de ludotecas, meriendas en el parque, cine y merienda en el burguer, laser-game, bolera… No creo que me pida que le organice su 14 cumpleaños, ahora empieza el momento “amigos”… y yo encantada.

Creo que me he ganado unas vacaciones en cuanto a fiestas infantiles se refiere.

Mañana le daremos Mónica y yo sus regalos y alguna sorpresa, pero esta noche le dedico una canción de su grupo y película favorita.

Aunque estos días se me acumulan las felicitaciones… así que está es para otro Acuario muy especial que también cumple años.

SR. MOSTAZA

Se hicieron de rogar, no media hora, o tres cuartos, sino diez días. Concierto en la sala El Loco la noche de Reyes. Bien, buena manera de empezar el año. Cancelación. La sala tiene “problemas” con el Ayuntamiento y no puede hacer conciertos. Nueva fecha, parece que los problemas se solucionan. Nueva cancelación. Personalmente creo que a la Doña no le gustó verse retratada por Tonino en la susodicha sala, y no se lo perdona, a fecha de hoy todavía no tienen los permisos necesarios y han tenido que suspender los conciertos de esta semana.

Por fin anunciaron fecha definitiva en una nueva sala. Y no podían haber elegido otro día más apropiado, mi cumpleaños empezaría más o menos a mitad de concierto, que más podía pedir… bueno pedir, pedimos varias rondas de cervezas y chupitos en la barra, pero yo hoy iba a hablar de la actuación…

Y el concierto fue, como siempre, sencillamente genial. Presentaban (con muchas ganas) nuevo disco “Podemos sonreír”. Letras irónicas e inteligentes, melodías alegres, los excelentes coros de Paco Tamarit, el piano, siempre presente y la aguda locuacidad de Luis Prado entre canción y canción. Flotando… multitud de influencias musicales compartidas que hacen de cada concierto una experiencia única… aunque ya sea el cuarto que veo de la banda en un par de años.

Estupendas canciones con un montón de referencias a momentos y situaciones cotidianas, guiños generacionales… y una increíble calidad musical. Y si los temas propios causan furor entre el público, para que hablar de la que se arma con sus versiones de Video Killed The Radio Star, Lady Madonna…

Hablando de flotar… ha sido mi primer concierto libre de humos y he de decir que es un gustazo poder ver con claridad el escenario, que no te piquen los ojos y no tener que airear toda la ropa al llegar a casa. La sala había habilitado un pequeño balconcito en una de las salidas de emergencia donde se podía salir a fumar, y pese a su pequeño tamaño, no es que hubiera que hacer cola para acceder a él. Parece que la prioridad era la música…

Y mi cumpleaños… acabó tan bien como empezó. En buena compañía, con amigos, al sol, una estupenda tarta de chocolate… y mucho amor.

Os dejo con las dos canciones que más me gustan de su anterior disco. “Somos poco prácticos” y “Todo me recuerda a ti”, una de sus pocas canciones tristes, o como dice Luis Prado “la canción más triste que he oído nunca”, y si lo dice el autor…

CROISSANTS Y BOMBONES

Siempre me ha dado un poco de miedo hacer planes en fechas señaladas por si al final se tuercen, o salen mal, o simplemente acaban siendo un rollo. Eso temía de mi cumpleaños. El año pasado me lo pasé genial, fue una cena con amigos y todo salió mejor de lo que me esperaba, incluidas las sorpresas. Este año me había hecho ilusiones con un concierto que justo coincidía con mi día, seguro que lo iba a celebrar con apreturas porque la sala llenaría, pero era un estupendo comienzo de noche.

Y el concierto se canceló. Mis planes por los suelos.

Al final, el viernes en mi pre-celebración de cumpleaños una casualidad solucionó el problema. Un amigo me comentó que el sábado actuaba en una sala pequeña el Gran Wyoming y Los Insolventes. El los había visto hacía unos meses y se lo pasó en grande. Cambio de planes. Todos los presentes se apuntan, y dos más.

El sábado me despierto con sorpresas. En la cocina me espera el periódico, unos croissants recién horneados y un montoncito de regalos envueltos con mucho amor. El día promete.

A media mañana otra sorpresa inesperada, más regalos con amor. Estoy deseando que llegue la noche.

Y tras una siesta tardía, compras aceleradas e intentar convencer a mis hijos de que pasar la noche con sus primos es un planazo (cosa que no consigo en los 20 kilómetros que nos separan), por fin me quedo sola en el coche. Sigo viendo la cara enfurruñada de mi hijo, sacudo los remordimientos  y meto un CD. Unos kilómetros más y unos ojos azules me alegrarán la noche.

La noche resulta insuperable. Wyoming con su verborrea habitual, un grupo desconocido Los Insolventes con un sonido inmejorable, y todo un repertorio repleto de clásicos del rock, desde los Rolling, pasando por Chuck Berry, Bob Dylan, Zappa y hasta The Beatles versionados por el peculiar estilo del Gran Wyoming que en el escenario se hace todavía más grande. Me sorprende con su voz y su guitarra, no conocía su faceta musical en directo y el concierto es todo un éxito. No hay manera de tirarlo del escenario, no hace falta pedirle bises para que aguante dos horas y media disfrutando y haciendo disfrutar a todo el público que llena la sala.

Luego siguieron más caciques con cola (hasta perder la cuenta), más música, más amigos, otro regalo y una gran gran noche de la que tengo recuerdos difusos al final. Bueno no, del final me acuerdo. Y de que el ron era bueno porque no tuve resaca.

Ha sido un buen comienzo de mi nuevo año.

73

Hubiera podido llegar a ser casi lo que hubiera querido. Si la hubieran dejado. Si alguien la hubiera apoyado en alguno de esos momentos de su vida en que soñaba en voz alta mientras los demás no la hacíamos mucho caso. Porque era nuestra madre, y las madres hacían eso: cocinar, lavar, planchar, reñir, abrazar, coser, comprar… y estar, sobre todas las cosas recuerdo que ella siempre estaba.

Infancia en la posguerra, mala época si eras de familia humilde. La sacaron del colegio, tenía que ayudar. Mi hija en cierto modo se le parece (sobre todo en lo inquieto), y a veces me imagino a mi madre con los nueve años de mi hija, en el campo, cogiendo algodón, patatas, fresas… y me da pena, por lo que se perdió y por lo que pudo padecer.

Sé que ha sido una mujer feliz, solo hay que verla en cualquiera de sus cientos de fotos de juventud. Guapa, sonriente. Siempre rodeada de sus amigos. Enamorada de su apuesto novio (mi padre). Radiante el día de su boda… pero sospecho que le queda el resquemor de las cosas que le han quedado por hacer (las que las circunstancias le impidieron).

Porque a mi madre le hubiera gustado estudiar, ir a la Universidad… Ella pinta muy bien, y aunque los nietos le han quitado un poco de tiempo (y sobre todo sitio donde tener el caballete y las pinturas), de vez en cuando aún tiene ganas de experimentar con nuevas técnicas y se apunta a clases. Hasta superó las pruebas para Artes y Oficios, aunque luego hubiera problemas con la matricula (en esa circunstancia todos tuvimos parte de culpa). Mis hijos tienen clarísimo que sus dotes artísticas las han heredado de la abuela, que es la artista de la familia.

También le hubiera gustado trabajar fuera de casa. Montar una tienda, una peluquería, algún pequeño negocio. La economía doméstica se le daba de miedo. Sólo hay que ver como estiraba el presupuesto para que no faltara de nada. Pero a mi padre no le hacía mucha gracia, decía que no hacía falta, y que no iba a poder con todo (en aquella época lo del reparto de tareas no se sabía lo que era, y mis padres eran como el matrimonio Alcántara, solo que en la serie de televisión ella consigue cumplir sus sueños).

Y seguro que hubiera podido con todo. Porque siempre la recuerdo haciendo muchas cosas a la vez, habilidad que lamentablemente no hemos heredado ninguno de los hijos. Era capaz de prepararnos a los cuatro hermanos para ir al cole, hacer la compra, tener la casa impecable, la ropa perfectamente limpia y planchada, acudir a una academia para estudiar peluquería todas las mañanas y tener la comida caliente en la mesa para cuando volvíamos del colegio.

A veces le estallaba la cabeza de dolor. Lo sabíamos porque se le hinchaban los ojos, no porque se quejara. Pero la casa seguía funcionando. A la perfección.

Cuando crecimos, maduramos y sobre todo, fuimos madres, mis hermanos y yo comprendimos el tremendo sacrificio que hizo durante tantos años, con total dedicación y sin perder nunca el optimismo. El que sigue haciendo al ejercer de abuela, siempre que sus “dolores” se lo permiten.

Por todo eso, por toda su vida, por lo que nos ha dado, por lo que no ha tenido, no solo la quiero, sino que la admiro. Y estoy muy orgullosa de ella.

Ayer fue su cumpleaños. 73 estupendos años que no aparenta (esa es otra cosa que siempre le agradeceré la estupenda genética de su piel). No tuvo la fiesta que se merece… pero todo llegará.

31 de enero

Recuerdo un restaurante vegetariano, tú elección del menú, un disco de John Coltrane, un paseo tranquilo, un beso furtivo en el Mestalla, una tarde muy especial… también recuerdo muchos otros instantes, paseos y miradas, una exposición, un pequeño bistro francés, una nota encontrada en un bolsillo, momentos compartidos, mágicos y maravillosos, intensos e inolvidables.

 

Todos esos momentos están atrapados dentro de un cuadro. 

 salusblog

  Espero que te haya gustado.                                 

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KEANE. The lovers are losing

REGALOS

Una flor de papel, una caja de bombones (de los que me gustan) con dedicatoria, un teléfono antiguo (que estamos intentando que funcione, realmente es muy antiguo), una clase de cocina muy particular con un postre más especial todavía (y que buena estaba la quiche), un cartel enmarcado de Steve McQueen (yo quería el de Bullit, pero no lo encontró), un cuaderno para buenos propósitos (que se quedará en blanco claro, porque nunca los cumplo), dos horas de relax en un spa con masaje incluido (voy a ver si puedo ir mañana), un colgante (precioso, justo cuando había perdido el último que me regaló), el juego de Guitar Hero (una auténtica sorpresa), una bandeja para horno (me la esperaba, una madre siempre pregunta que necesitas antes de comprar un regalo), un frutero (que no necesitaba), otra bandeja para horno con tapa (que ahora ya tampoco necesito), tiernos dibujos, llamadas inesperadas… hasta música en un post (gracias Danny).

Pero lo de menos son los regalos (que me encantan), lo mejor ha sido darme cuenta de nuevo que tengo buenos amigos, aunque a veces se hagan los escurridizos, porque están ahí, porque me hacen reír y porque se acuerdan de mí.

 

Y en mi mejor momento de estos días estaba sonando Eli Paperboy Reed & The True Loves. Así que os dejo con un tema de este increíble cantante de soul.

Stake your claim. ELI PAPERBOY REED & THE TRUE LOVES

(Ya no podré escucharlo sin recordarte)

8 AÑOS (OTRO MÁS)

Siempre hay un antes y un después de los cumpleaños de mis hijos. El antes durante una semana mínimo es de stress, llamadas de teléfono, sms… intentando coordinar a los invitados para que no se me olvide ninguno de los siete u ocho que dejo que inviten de media, la reserva en el local a celebrarlo, la compra de sus regalos (porque siempre acabo encargándome de comprar el que yo le daré, el que le dará mi ex, y hasta el de mi ex suegra), algo que sustituya las usuales bolsas de chuches…

Pero lo peor es cuando se me ocurre hacer un cumpleaños original (que para que me complicaré la vida).

Porque yo recuerdo mis cumpleaños infantiles: bocadillos, unas papas, unos refrescos, una tarta de cumpleaños casera (nunca las he vuelto a probar más buenas), unos cuantos compañeros de clase, los regalos… todos en el comedor de la casa, y luego al cuarto a jugar. Claro, en aquella época a la fiesta iban los amigos, no sus padres. Yo la primera vez que intenté hacer lo mismo en mi casa me encontré con 8 niños de 4 años, sus 8 madres y algún que otro padre, los hermanos pequeños de algunos de esos niños… y los 100 globos que tanto me había costado hinchar…. Y tengo una casa grande, pero cuando se fueron todos, no recordaba un panorama tan desolador ni en la peor de mis fiestas adolescentes. Sobra decir que no lo volví a repetir.

Soy de las pocas madres que no lo celebran en el parque con un gran picnic al que acude toda la clase y todos los padres de la clase. Eso superaría mi capacidad de hacer sándwiches y bocadillos de un año entero, y debo guardar energías para los de mis propios hijos. Así que prefiero disminuir el número de invitados e invertir el dinero en que ensucien otra cosa que no sea mi casa.

Con mi hijo mayor hemos pasado varias etapas: un par de años fue fiesta en ludoteca donde se dedicaban a saltar y sudar y yo sólo tenía que pagar la cuenta al final. Luego pasé a recoger a sus amigos y amigas e invitarlos a merendar y al cine. Ahora estamos en la fase bolera, más divertida tanto para ellos como para los adultos que se apuntan, merienda y pista para los niños, cerveza y pista para los padres. Esos cumples suelen acabar tarde, ya en petit comité, con los padres más políticamente incorrectos de cena, alargando la velada, como siempre.

El de ayer fue el de mi hija, 8 años. Este año se ha apuntado a la bolera también, pero las niñas son un misterio para mí (por lo menos las amigas de mi hija), no me entiendo con ellas. Se dividen en subgrupos y acaban alternando sus tiradas con un extraño juego de papas y mamas que no acabo de comprender (en realidad son juegos de poder que me ponen de los nervios). Sigo prefiriendo los grupos mixtos.

Me quedan seis meses hasta el próximo. 

Hoy le regalo una canción de una de sus películas favoritas. (Ahí jugué con ventaja porque cuando les puse Yellow Submarine por primera vez sabía que se quedarían fascinados por sus dibujos)

Nowhere man. The Beatles.