PENES, VULVAS Y LOS ULTRACATOLICOS

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Los ultra católicos atacan de nuevo. Los incansables defensores del bien y en lucha continua contra los representantes de Satanás en la tierra se manifiestan contra la dictadura LGTB.

Podría ser la sinopsis de la una película de super héroes (de coña claro) pero no, desde ayer los de HazteOir o CitizenGo como se llaman ahora, están manifestándose pidiendo libertad de expresión para poder defender sus derechos y copando minutos en portados y telediarios. Una publicidad gratuita que seguro que ya les está rentando con nuevas afiliaciones y donativos de los pocos católicos radicales que quedan en este país y que no estuvieran ya en sus filas.

Si, que ellos pidan libertad de expresión cuando desde hace 15 años se dedican a intentar acabar con las libertades ajenas es un poco incoherente, pero que se le va a hacer.

En julio de 1981 se aprobó la Ley del divorcio en España y todavía me acuerdo de los que hacían campaña contra ella, una muy dura campaña que vaticinaba el fin del matrimonio en este país. Como se ha demostrado desde entonces tampoco era para tanto, todavía quedan matrimonios en activo, algunos tienen hasta más de 50 años de antigüedad, increíble. Hasta el nuevo Papa ha dicho que los divorciados no están excomulgados y les deja volver a comulgar, que yo creo que muchos ya lo hacían porque igual no sabían que no podían hacerlo.

Cuando se aprobó la ley del aborto en julio de 1985 pasó lo mismo. Un escándalo. Prácticamente iban a obligar a abortar a todas las mujeres. Aunque había tres supuestos (peligro “grave” para la salud física o psíquica de la madre, violación o grave malformación del feto) a los antiabortistas no les importaba. Ellos defendían el derecho a la vida de los no nacidos bajo cualquier circunstancia, la vida de los ya nacidos que necesitaban cuidados o eran dependientes totales no parecía importarles tanto.  En julio de 2010 cuando se ampliaron los supuestos redoblaron los ataques y casi consiguen en 2012 que Gallardón apruebe una reforma que hubiera dejado esta Ley peor que en el 85. Afortunadamente, no le dejaron.

En julio de 2005 (parece ser que julio es un buen mes para aprobar leyes) se aprueba la Ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y de nuevo los sectores más rancios y conservadores de la iglesia católica se manifiestan en contra. Como en las anteriores ocasiones vaticinaban el fin de la familia “tradicional” que para ellos es la única que merece llamarse así y acusaban al gobierno de dejarse manipular por la dictadura de lesbianas y gays que parece que domina el mundo. Los mismos que intentan adoctrinar a todos nuestros hijos a que sean homosexuales a través de la asignatura de Educación para la Ciudadanía y que consiguieron que desapareciera de los programas escolares.

Lo del autobús me parece escandaloso porque va dirigido a los niños. Niños transgenero que afortunadamente son aceptados con total naturalidad por su entorno y que no necesitan que envenenen el ambiente con ese tipo de mensajes. Como decía el padre de uno de ellos el sexo está en el cerebro no en los genitales, y solo la ignorancia y el desconocimiento les hacen defender esas ideas que causan intolerancia y dolor.

Nunca entenderé esa fanática y excluyente manera de pensar. Puedes tener tus convicciones morales y religiosas y seguirlas a rajatabla, pero en pleno siglo XXI seguir pensando en que tienes que convertir al resto de la humanidad “por su bien” me parece un poco anacrónico.

Hay tantos tipos de familias como de personas, ni siquiera se pueden clasificar todos los tipos de tantos que hay. En su diversidad está su universalidad y nadie puede atribuirse el significado, cada uno tiene la suya, la familia que quiere tener.

En mi ciudad si llega el autobús les espera una gran bandera multicolor.

DEBERES QUE NO EDUCAN

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Estoy de acuerdo con Ana en que la eliminación de los deberes puede ser perjudicial para esos niños que tienen dificultades para seguir el ritmo de la clase y puedan quedar descolgados del resto en caso de no reforzar las materias diariamente en casa, pero al mismo tiempo considero que ese motivo no justifica que todo el alumnado tenga que soportar una carga diaria de trabajo tan grande que no les permita desarrollar prácticamente ninguna actividad que no sean las tareas escolares.

He leído muchas opiniones a favor y en contra de los deberes durante este fin de semana, en el que lo mejor de la huelga convocada por la CEAPA es que se ha abierto un debate público sobre este problema.

Porque sí, para mí es un problema, no como persona afectada por la excesiva carga de deberes de sus hijos, porque pocas veces he tenido que ejercer de profesora particular o ayudarles a estudiar, siempre han sido autónomos en sus obligaciones y sólo he sufrido la soledad de no disfrutarlos entre semana porque se pasaban la tarde encerrados en sus habitaciones “haciendo deberes”. Como decía, lo considero un problema, una deficiencia de tantas en nuestro sistema educativo, y por tanto apoyaría cualquier iniciativa para erradicar cualquiera de sus aspectos negativos.

Nuestro sistema educativo no sólo es obsoleto, también ineficaz si nos remitimos a la tasa de abandono escolar y a los resultados en los estudios comparativos con otros países. Llevamos tantos años centrándonos en las notas y los exámenes que se ha perdido completamente la finalidad de la educación en una sociedad: enseñar.

Hace unos días el tutor de mi hija (1º de Bachiller) me daba la razón en que los alumnos han perdido el interés por aprender, la presión por las notas ha matado la curiosidad y ha convertido el estudiar en una tediosa obligación que ocupa prácticamente todas las horas del día. Dicho profesor se declaraba contrario a evaluar mediante exámenes, la reválida si se imponía al final le parecía una monstruosidad, y me reconocía que se mandaban demasiados deberes, pero finalizaba con un “es el sistema que tenemos”.

Algunos profesores se han tomado esta huelga como un ataque a su autoridad, a mí no me lo ha parecido. Primero porque no se ha llamado a no hacer los deberes nunca más, sino a dejar los libros durante el fin de semana. Me parece algo tan de sentido común que no entiendo como alguien puede estar en contra de que los niños y jóvenes puedan descansar de deberes durante dos días a la semana. Las agendas escolares a veces son más complicadas que las de un directivo de una multinacional, y planear una tarde de cine es a veces imposible entre libros de lectura obligatoria, trabajos de varias páginas y exámenes de la siguientes semana.

Pocos adultos aceptaríamos de buen grado que el jefe nos obligará a llevarnos trabajo a casa todos los días, y por supuesto, que los fines de semana también le dedicáramos gratis unas cuantas horas. Y no me vale la excusa de que están invirtiendo para su futuro, esto es como el presentismo laboral, con las horas diarias de clase debería bastar para formar, sin necesidad de horas extras. Es como el profesor que se autodefine como exigente porque es muy difícil aprobar en su clase, a mí sólo me demuestra que no sabe enseñar su asignatura, pocos profesionales se colgarían medallas ante un resultado negativo de su trabajo.

La escuela debería ser un espacio donde se fomente la creatividad, el interés por aprender, la curiosidad y que buscara potenciar las aptitudes innatas de cada niño. Conforme van creciendo se les debe enseñar a comprender la información, a cuestionar lo que les llega, a investigar, a buscarla de forma correcta. Van a vivir en un mundo donde van a poder acceder a miles de contenidos en cuestión de segundos, donde va a ser más importante aprender a interpretarlos que aprenderlos de memoria. Deberían tener profesores que supieran manejar los recursos que la tecnología actual ofrece, y para eso claro, habría que renovar el sistema actual.

Mi pregunta es: ¿se puede? ¿o no se quiere?

NO COMMENT

La reflexión de Ana sobre la amplificación de las opiniones en las redes sociales me pareció muy interesante. Últimamente no sólo leo las noticias que se publican en dichas redes, sino que pulso sobre los comentarios para ver como sienta dicha noticia entre otros lectores como yo, es algo que antes no hacía, pero que ahora reconozco que me despierta cierta curiosidad. Da igual el contenido de la noticia, puede ser de política, o sobre un animal maltratado, o de hábitos alimenticios, y en la mayoría de los casos no puedo evitar asquearme ante el tono general de los comentarios.

Es curioso, porque el hilo se convierte en un debate agrio entre desconocidos que acaban insultando al contrario casi desde el primer toque de gong. Hay educadas excepciones que razonan su apoyo o disconformidad, pero hay mucho energúmeno que opta desde el primer momento por descalificar al que no opina como él.

Quiero pensar que además de la mala influencia de las tertulias televisivas donde contemplamos como unos y otros se desprecian, sin que atisbemos la más mínima intención de escuchar al contrario, y con escuchar quiero decir reflexionar sobre lo que uno dice al otro, no simplemente dejar que acabe de hablar para poder empezar a soltar el discurso propio. Sino también el estupendo anonimato que ofrecen las redes para el insulto sin consecuencias. Porque no nos engañemos, aunque al lado del comentario haya un nombre y una foto (que no siempre es real), nadie va a buscarnos en persona para pedirnos explicaciones por alguna frase malsonante (a menos que insultes a algún ministro, miembro de la familia real o hagas un chiste sobre terrorismo), con lo que no cuesta nada escribir lo que quizás no te atreverías a decir a la cara en una discusión, sobre todo porque al primer “mira el listo gilipollas que se cree que lo sabe todo” que le dijeras a un amigo o conocido se te acababan las tertulias, o acababas a guantazos.

Como comentaba Ana, sobra demasiada sensibilidad ante los defectos ajenos y falta más autocrítica ante los propios. Nos sentimos con autoridad moral para emitir juicios de valor sobre los demás, para creernos por encima de los que no piensan como nosotros y por tanto despreciar o ignorar sus opiniones. De vez en cuando hay que pararse, respirar, y dejar que la empatía y la tolerancia ocupen su sitio, que la diversidad tiene eso, que cabe todo, y que nadie tiene toda la razón, sino que cada uno tenemos la nuestra, sin que tenga que excluir la de los demás.

O como dijo algún filósofo “Tolerancia es esa sensación molesta de que al final el otro pudiera tener razón”

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SEGUIMOS CON EL SEXO

Al leer a Pat hablar sobre el libro de educación sexual que ha comprado para su hijo (me asombra positivamente que haya profesores que lo manden como lectura obligatoria) recuerdo cuando intenté que mi hijo pre-adolescente se leyera uno, ya que intuía que por su timidez o discreción natural no iba a preguntarme nada directamente a mí (y no me equivocaba) y busqué uno que fuera ameno, con un lenguaje cercano a su edad y que hablara sin tapujos de todas esas dudas que a esa edad se tienen y no te atreves a preguntar. Creo que nunca llegó a abrirlo.

Recuerdo que en 8º de EGB nos dieron una clase de educación sexual, que consistía en estudiar el aparato reproductor masculino y femenino, con las consabidas risas nerviosas ante la visión del dibujo de un pene fláccido, creo que eso no ha cambiado desde entonces, pero ahora además se tratan otros aspectos menos funcionales y más sociales, lo que me parece mucho más útil para todo ese hervidero de dudas, preguntas, deseos y prejuicios que pueden llenar un cerebro adolescente.

Comparto la idea de Pat de que es importante abordar estos temas e informar, sin obligar claro, de una manera sana y natural de todo los aspectos relacionados con la vida sexual, sobre todo en un mundo tan hipersexualizado como el nuestro y que al mismo tiempo sigue tratando este tema en voz baja y con muchos prejuicios.

La sexualidad ha pasado de ser algo tabú y escandaloso hace años, a rodearnos de una manera natural y a veces abusiva en la actualidad. La publicidad, el cine, los concursos y realitys, los video clips, determinada música… todo esta lleno de connotaciones sexuales, y la mayoría de las veces no demasiado bien enfocado. Internet abre todo un mundo de exploración anónima y gratuita que puede calmar las curiosidades más excéntricas, pero al mismo tiempo mostrar una visión completamente falsa de la sexualidad real.

Supongo que a pesar de la facilidad con la que se puede encontrar información o desinformación sobre el tema, los jóvenes siguen teniendo las mismas dudas e inseguridades que nosotros a su edad, y que fuimos resolviendo con el viejo método de ensayo y error y algún que otro consejo de amigo. Por supuesto y sobre todo, lo que más ha cambiado es una generación de padres que ya no tienen miedo ni vergüenza de hablar sobre el tema.

Yo me sigo sorprendiendo cuando mi hija me pide consejo sobre sexo, porque en mi relación materno filial no hubo ninguna clase de complicidad ni confianza sobre nada que tuviera que ver con eso, (el único consejo sobre el tema que recibí fue que me hiciera respetar, que los hombres siempre querían lo mismo y luego no querían casarse con una chica que no fuera virgen), así que cuando se me pasa el pasmo e intento que mi mente deje de ver a una dulce niña con mofletes y dos coletas, hago acopio de experiencia e intento aconsejarla de la manera más clara y sensata que puedo.

Pero lo que más me gusta de esta nueva generación de adolescentes es la naturalidad con la que ven las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, ya sean esporádicas o no, sin tener que ponerles etiquetas, dando por supuesto que te pueden atraer hombres o mujeres sin necesidad de encasillarte en homo, hetero o bi.

Y como dice Pat, seguiremos aprendiendo.

LIBROS + DEBERES ≠ EDUCACION

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En estos días casi todos hemos empezado el colegio, y digo hemos porque el que no tiene un hijo en primaria, lo tiene en secundaria o bachiller, y el principio de las clases los sufrimos todos en carnes propias, ya sea porque hay que volver a reorganizar horarios para que todo vuelva a cuadrar minimamente o porque hay que hacer kilómetros andando en busca de ese último libro de texto agotado o ese material escolar tan raro que ha pedido el profesor.

Aunque sería mejor decir que quien más lo sufre es nuestro bolsillo. Porque sí, la educación es pública pero no gratuita, y como pasa en otras competencias cedidas a las autonomías las diferencias entre provincias pueden ser abismales, con lo que un niño puede tener los libros de texto gratis si vive en Andalucía o Navarra, recibir determinadas ayudas si reside en Aragón, o tener que pagar todo el material si por ejemplo vive como yo en la Comunidad Valenciana (cosa que parece que va a cambiar con el nuevo Gobierno Autonómico). Así que tanto hablar últimamente de una España unida, fuerte, grande, etc etc para que luego dime donde vives y te diré si estudias o no.

El caso de los centros concertados es otro abuso, uno para con los padres que tienen que pagar aportaciones «voluntarias» mensuales que varían según el centro, y otra con el resto de ciudadanos que participamos en su mantenimiento con nuestros impuestos pero que no vemos ni un solo euro derivado de los impuestos que deberían generar las millonarias cantidades que generan dichas aportaciones.

Según las asociaciones de padres y madres de alumnos la implantación de la LOMCE ha reportado 51 millones de euros a las editoriales de libros de texto, fomentando un modelo de enseñanza a mi parecer obsoleto y anticuado. Además ahora hay una modalidad de libros en los que hay actividades y ejercicios que se hacen en el mismo libro, haciendo prácticamente imposible su reciclaje o donación a otra persona para el curso siguiente. Por no hablar de la actualización de contenidos (no puede ser que todos los años inventen nuevas formulas de resolver ecuaciones o maneras todavía mas enrevesadas de análisis sintáctico) que hace que por un par de hojas un hermano no pueda utilizar los libros del mayor. Afortunadamente, desde hace un par de años los bancos de libros para su intercambio o venta están funcionando bastante bien, la gente se ha concienciado de que tirar al contenedor del papel libros casi nuevos era un crimen y que no es un desprestigio que sus hijos utilicen libros de segunda mano. Eso y que con la crisis lo de gastarse 300 o 400 euros por hijo se hacía cuesta arriba o directamente imposible.

Hoy leía en el periódico que la Ceapa (Padres y madres de la escuela pública) ha solicitado la eliminación de los deberes, la Concapa (lo mismo pero de la escuela concertada católica) se ha unido pero con matices, exigiendo un debate serio sobre el tema. Parece ser que sumando las horas de clase y las que dedican a los deberes en casa (sin contar extraescolares particulares) los alumnos llegan a las 60 horas semanales dedicadas al estudio, vamos lo que se dice una jornada laboral larga. Con lo que no les queda mucho tiempo entre semana para el ocio, y a veces hasta los fines de semana los tienen colapsados con trabajos o deberes atrasados.

Los deberes como refuerzo pueden ser positivos, para quien necesite el refuerzo claro, de lo contrario es una tarea obligatoria que convierte en castigo hasta a la asignatura más divertida.

Tenemos un sistema educativo nacido en la revolución industrial del siglo XIX y que prácticamente no ha evolucionado desde entonces en su estructura y finalidad, y que considero tan anacrónico en los tiempos que vivimos que debería cambiar completamente. Ya hay escuelas que apuestan por enseñar sin libros, fomentar la curiosidad, la individualidad y la creatividad y espero que ese sea el futuro para educar personas más inteligentes, porque para memorizar ya tenemos los ordenadores, y además los llevamos en el bolsillo, solo necesitamos que nos enseñen a comprender y analizar toda esa información que nos envuelve.

Mientras tanto, nuestros hijos seguirán intentando aprobar, que no aprender.

Mujeres, sol y esperanza

Desierto de Jordania. Anochece y una mujer beduina prepara la tienda para pasar la fría noche con sus cuatro hijas pequeñas. Una pequeña hoguera con trozos de madera conglomerada, una única y precaria bombilla que ilumina la estancia y cochambrosos hornillos de gas para preparar la cena. Al día siguiente la rutina será barrer la tienda, lavar la ropa, buscar leña y cocinar. Como el resto de sus días.

Así arranca el documental Rafea y el Sol, Rafea es ella, la mujer a la que se brinda la oportunidad de formarse durante 6 meses en la India junto con otras mujeres como ella, analfabetas también, para volver a sus poblados como ingenieras solares y llevar la luz a sus vecinos.

No había oído hablar de este documental, ni lo busqué intencionadamente, le di a reproducir creyendo que era otra cosa, y desde el primer minuto me quedé hipnotizada, no pude dejarlo hasta el final, con una mezcla de admiración, rabia y mucha emoción.

Admiración porque ver como mujeres de los cinco continentes, que sin haber salido nunca de sus poblados, sin conocer otra lengua que la suya, sin conocimientos de matemáticas, algunas sin saber leer ni escribir, se atrevían a decir que sí a un proyecto que las iba a alejar de su familia y entorno durante 6 meses.

Admiración al ver como a pesar de tener que discutir con sus familias, porque en el caso de Rafia, mujer musulmana, está supeditada completamente a la voluntad de su marido, sin poder decidir con libertad sobre su propio futuro, y a veces también con otras mujeres a las que pesa más la tradición que la razón, no deja de luchar con todas sus fuerzas para conseguir su sueño.

Rabia al ponerme en la piel de esa mujer que tiene que decidir entre sus hijas o su futuro, y saber que de todas maneras pierde, porque si se deja vencer sus hijas tampoco tendrán futuro, aunque la tengan a ella.

Rabia al ver esas sociedades machistas que supeditan la religión y la tradición a la educación, que mantienen sometidas a las hijas, hermanas, mujeres y madres para sostener ese mismo sistema que los mantiene como reyes en su pequeña parcela de poder doméstica, aunque sean reyes de nada.

Emoción al ver esa ilusión, esos ojos que descubren un mundo nuevo, la posibilidad de ser algo más de lo que hasta ahora les habían dejado ser y que les hace comprender desde ese mismo momento lo que valen y lo que pueden llegar a conseguir para ellas y para sus familias.

Emoción al ver como cambiando el futuro de una o dos mujeres puede cambiar el presente y el futuro de varias generaciones de mujeres y hombres. Gracias a personas desinteresadas que promueven esos pequeños cambios que transforman el mundo.

El programa Barefoot Collage escoge a mujeres analfabetas de todo el mundo para formarlas en la India como ingenieras solares. Son mujeres por su constancia, y tienen que ser abuelas a los 42 años, requisito que asegura que vuelvan a sus lugares de origen por el arraigo familiar, y que no quieran aprovecharse de sus conocimientos recién adquiridos para prosperar en otro sitio. A la vuelta podrán ganarse un sueldo formando a otras mujeres y electrificar sus pueblos.

Nunca mejor dicho, llevarán la luz a sus casas.

LA MALA EDUCACION

La buena educación. Ana reflexionaba el lunes sobre la importancia de la educación de calidad, más allá de polémicas de escuelas públicas o concertadas y coincidíamos en lo difícil que resulta esa búsqueda de calidad y eficiencia sin perderse en debates ideológicos.

Y últimamente, además de esa “buena” educación, yo hecho en falta la otra, la que en otros tiempos era llamada simplemente buenos modales. Y no podemos seguir echando la culpa a que la juventud es ahora maleducada en general, que se han perdido las buenas costumbres, porque estoy harta de que señoras de pelo cardado y polvos Myrurgia sin ni siquiera un “buenas tardes” y mediante la técnica del empujón y avasallamiento interrumpan mi conversación con el vendedor de turno, por mucho que cueste hacerse con uno, que yo también he tenido que esperar mi turno.

Cuando hablo con compañeros de profesión nos lamentamos de que los clientes no es que sean cada vez más exigentes, que eso no es malo sino lógico, es que son más prepotentes y desagradables, sobrepasando la línea en muchas ocasiones y llegando al insulto. Nos han dejado muchas “perlas” en el contestador automático, eso si, desde el anonimato y la nocturnidad. Y esto se extiende a los colegios donde algunos padres desprecian públicamente a los profesores, o en las consultas médicas donde algún que otro doctor ha tenido que ser luego atendido por lesiones, hasta en el hemiciclo se burlan y se pitan teniéndoles que llamar al orden.

Debe ser esta cultura del grito y el despropósito que fomentan algunas cadenas de televisión y que parece ser que son las que más audiencias tienen. Lo de calumniar y hablar mal del prójimo siempre ha sido una especie de deporte nacional, pero ahora además se hace a gritos, sin escuchar al otro contertulio, todo farsa y espectáculo. Hasta en las comedias y series televisivas se vocifera sin control, y aunque sea sin agresividad, a mí los gritos me alteran, y los chistes dejan de hacerme gracia, solo quiero que bajen el volumen.

Hoy una amiga, de agradable e inteligente conversación con quien se hace corto cualquier rato, decía que hace poco le habían recriminado cierta actitud por considerarla hipócrita. La cuestión era que mi amiga defendía la no-sinceridad absoluta si no es necesaria, es decir, no hace falta espetarle a una persona sus defectos o ser desagradable si no es de tu agrado, se puede ser mínimamente educado sin hacer daño al otro. Otra cosa sería caer en el halago artificial, entonces si estaríamos cayendo en una hipocresía demasiado extendida hoy en día. Estoy harta de esos falsos amigos que te sonríen y se alegran tanto de verte y que en cuanto te das la vuelta se dedican a hablar mal de ti.

Y no será porque no hay personas con las que meterse… solo hay que mirar la portada de cualquier periódico… por encima nada más…

LO PUBLICO Y LO PRIVADO

No lo he podido evitar, les había prometido a mis hijos no volver a hablar de política en una sobremesa familiar, pero tal y como está el país me estaba mordiendo la lengua desde hacía rato, así que cuando mi hermano ha sacado el tema de las tasas universitarias no me he podido contener… y como siempre mi padre y yo hemos acabado discutiendo.

Yo soy una entusiasta defensora de la educación pública, en general de todo lo público y más ahora que está a punto de la extinción, y por eso llevo mal todo ese discurso neo liberal de que el estado del bienestar no es sostenible, que el todo gratis se tiene que acabar, que la escuela concertada es más barata que la pública… últimamente hay tanta ansia de privatizar con el pretexto de que la gestión privada es más eficaz que dentro de unos años me veo pagando hasta para cruzar la calle.

No dudo que al Estado le cueste más barata la plaza educativa concertada que la pública, al final y dependiendo de quien da la información el baile de cifras es tan farragoso y hay tantos factores a tener en cuenta que por no discutir me creo la peor de las posibilidades. Pero aunque sea cierto preferiría que no hubiesen colegios concertados, por lo menos no como lo son ahora en la mayoría de los casos, y no porque no esté de acuerdo con su ideario político o religioso, sino porque fomentan el clasismo. Conozco a bastantes padres que te hinchan a excusas: que si ellos estudiaron allí de pequeños y guardan un buen recuerdo (¿de los curas y monjas?), que si están más controlados que en la pública (a mi me han llegado a preguntar estos mismos padres que si es verdad que en el Instituto Público donde van mis hijos se trafica con droga), que si el nivel educativo es más mayor (será porque les hinchan a comprar libros y material escolar como si se acabara el mundo), y al final y con la boca pequeña suelen apuntar una de las verdaderas razones: “es que la pública está llena de inmigrantes”, y claro se ve que eso desluce mucho.

Así que preferiría que con los millones del concierto educativo se construyeran más colegios públicos (ya se que no llega, pero igual ahorrando unos años…), garantizando la educación gratuita e igualitaria a todo el mundo. Y que el que quiera bonito uniforme y presumir de centro que se vaya a uno privado 100% si su bolsillo se lo permite. Que ahí si hay de todos los colores.

Mientras tanto seguiré despotricando contra los recortes en la educación pública, y contra el demencial incremento de las tasas universitarias, y contra la concesión a la Iglesia con la nueva asignatura de valores éticos, los nuevos exámenes de reválida… y en general contra la nueva Ley Wert que no tiene desperdicio (ni beneficio).

Y de la lengua propia mejor no hablamos.

UN AÑO DE CATASTROFICAS DESGRACIAS

Ayer fue 20 de noviembre, fecha memorable por dos motivos, el primero porque como decía Wyoming Franco hizo su mejor actuación, morirse hace 37 años. El segundo, y más importante para nuestro futuro inmediato (el presente ya está perdido) que Rajoy ganó las elecciones hace un año.

Ha sido un año duro, más que los anteriores que también lo fueron, y según los analistas, y si seguimos por el camino actual nos quedan unos cuantos años así. Si seguimos así.

El actual Gobierno subió al poder con un programa electoral, que como bien dice Ana, pocos de sus votantes leen, analizan y estudian, de ahí que no se sientan defraudados ante su incumplimiento.

Su programa electoral (si, me lo he leído) se estructuraba alrededor de seis ejes fundamentales (textualmente sacado de su web):

–         El crecimiento económico y la generación de empleo. La reforma laboral aprobada por su Gobierno ha provocado en cambio la destrucción de miles de puestos de trabajo al abaratar los despidos. Concretamente, hay 800.000 parados más que un año antes.

–         La mejora de la educación. Textualmente: “Esta es la clave de una sociedad de oportunidades. No nos podemos resignar a dar por perdidas generaciones de españoles”. Por eso debió aprobar un recorte de 3.000 millones en educación, lo que llevó a aumentar el ratio de alumnos por aula y el despido de profesores interinos. El incremento del coste de las tasas universitarias hasta un nivel insostenible para muchas familias y su polémica Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa ha conseguido que por primera vez profesores, padres y alumnos se unan en sus protestas dejando las aulas vacías y llenando las calles con continuas protestas y manifestaciones.

–         La garantía de la sociedad del bienestar y de la protección social, mediante las reformas que hagan más eficientes y mejores nuestros sistemas educativo y sanitario, y aseguren así las prestaciones a las futuras generaciones. Aquí no les bastó con el recorte de 7.000 millones, además aprobaron el copago farmacéutico, dejaron sin tarjeta sanitaria a los inmigrantes, el medicamentazo, la paralización del calendario de la aplicación de la ley de dependencia, etc. El desmantelamiento de la sanidad pública como la hemos conocido hasta hoy se está produciendo, sin prisa pero sin pausa, y esas futuras generaciones por las que quería trabajar el PP se encontraran por primera vez peor atendidas y más vulnerables que las dos generaciones anteriores.

Los otros tres puntos que quedan del programa se refieren a la reforma y modernización del sector público (donde les han quitado sueldo y pagas extras para que se sientan más modernos). El fortalecimiento institucional y la regeneración política, un año después seguimos sin creer que tengamos instituciones fiables y honradas. Y por último, la proyección exterior de nuestro país, volver a ser fiables y creíbles en el mundo, aprovechar las oportunidades de la globalización para nuestra sociedad. Una globalización que por ahora solo ha demostrado enriquecer a unos pocos, los de siempre.

Por eso no entiendo como, según las encuestas, volvería a ganar el actual partido gobernante (con menos margen pero ganaría), no solo porque ha mentido e incumplido (“Yo lo que no llevo en mi programa, no lo hago”) sino porque además estamos peor que antes. Lo entendería si estuviéramos saliendo del agujero donde todo el poder económico y político nos ha hundido, pero viendo el resultado de las políticas sociales, fiscales, laborales y financieras que se están aplicando solo nos espera un futuro todavía peor. Lo de sus votantes debe ser cuestión de fe, y yo siempre he sido bastante descreída.

Eso si, la banca siempre gana.

El valor de las personas

“…aprender sobre el respeto, los límites, la responsabilidad y la solidaridad”… no se en que momento se dejaron de enseñar estos valores, o cuando se vieron enterrados entre un montón de estímulos audiovisuales muchos de ellos completamente vacíos y superficiales, que los amortiguaron tanto que se quedaron muy en el fondo de esa educación diaria y temprana que los padres debemos preocuparnos de transmitir.

Digo esto porque acabo de dejar a mi hija de once años acongojada en casa porque una de sus compañeras de colegio con quien últimamente se sentía a gusto (en una clase rara y problemática donde las haya) va a ser castigada con el destierro a su país de origen (aclaro que es China con lo cual se hace un poco difícil ir a visitarla). El motivo del castigo (que hay que relativizar porque es su versión y no ha sido contrastada con la de ningún adulto) es que ha manipulado fotos para burlarse de otra amiga colgándolas en su perfil de Tuenti y acompañándolas de delicados insultos más propios de veinteañeras poligoneras.

Todos los días me cuenta algo parecido, así que ya no me extraña, solo me horroriza. Ella forma parte de esa minoría que a su edad todavía no pertenecen a ninguna red social, manteniendo el tipo mientras el resto le pregunta porque no tiene Facebook o tuenti. A ella no le interesa, desde hace un año en que casi todos los de su clase (solo resisten 4) se abrieron un perfil, no han dejado de generar problemas entre ellos. Sabe que muchas veces se queda fuera de las conversaciones porque “no está al tanto” de lo que se ha hablado en la red, pero ha visto tantas broncas por culpa de lo que se dice, se pone o se cuelga, que pasa. De lo que me alegro.

Y no entiendo nada. Recuerdo que cuando iba al colegio siempre había un par de descerebrados que se dedicaban a meterse con los niños más débiles o solitarios, pero lo que me sorprende es que parece que ahora ese es un comportamiento más numeroso de lo que sería deseable. Son esos niños y niñas alabados en exceso por sus padres por eso de reforzarles la autoestima, que se la han reforzado tanto que van de prepotentes por la vida con solo diez años, no quiero ni imaginar cuando se les sume la prepotencia de los catorce o dieciséis, donde además creemos que lo sabemos todo.

Pero ahora también existe la otra burla, la que se hace por escrito, crecido ante un teclado, porque no es lo mismo hacer daño mirando a los ojos al otro, que escribirlo en un globo de texto. Si, es lo mismo que cortar con un mensaje de texto, de cobardes.

Y que conste que no culpabilizo a la red social, no creo que ese sea el problema. Quizás si a la falta de madurez de unos precoces usuarios que no están preparados para ello, por algo se supone que hasta los dieciséis años no está permitido tener perfil, y a la falta de responsabilidad de muchos padres que no controlan lo que sus hijos hacen y dicen en la red, porque no quiero ni pensar que lo saben y lo permiten.

Y esto no ha hecho más que empezar…